Visto desde esta otra perspectiva, la inversión en I+D por parte de nuestra Comunidad Foral sigue estando lejos del 3,96% de Finlandia, el 3,44% (2007) de Japón, el 3,6% de Suecia, el 3,02% de Dinamarca, el 2,82% de Alemania, el 2,77% (2008) de Estados Unidos o el 2,75% de Austria. El hecho de que Navarra esté a la cabeza de las CCAA en gasto en I+D se debe no sólo al impulso de la administración pública sino también a la iniciativa privada, ya que son las empresas las que ejecutan más de dos tercios del gasto en I+D. La Comunidad Foral es una de las pocas CCAA (junto con el País Vasco) que alcanza esta proporción, logrando así uno de los objetivos de la Agenda de Lisboa.
A pesar estos elevados niveles de inputs alcanzados, sólo una de cada cuatro empresas navarras ha sido innovadora en el periodo 2007-2009 (el 25,49%), porcentaje ligeramente inferior a la cifra de empresas innovadoras de La Rioja (27,8%) o País Vasco (28,6%), pero superior a la media nacional (20,54%).
Si nos comparamos con otros países europeos, según datos de Eurostat, España ocupa el puesto 18 de los 27 países miembros en relación al porcentaje de empresas innovadoras en el periodo 2006-2008. Es más, el índice de cooperación con otras instituciones o empresas sitúa nuestro país en el puesto 21, únicamente por delante de países como Bulgaria, Italia, Letonia o Rumanía. De ahí que se pueda afirmar que, a pesar de que Navarra ha tenido una evolución favorable en cuanto al nivel de inversión y gasto en I+D, aún queda por recorrer un largo camino para que un mayor número de empresas realicen actividades innovadoras y aumentar sus niveles de cooperación. La cooperación en innovación, tanto para nuestra comunidad como para España, es clave dado el estado de desarrollo de nuestra economía. La cooperación es igual o incluso más importante que la inversión directa en I+D que puede realizar la propia empresa, ya que son los países con menor nivel de desarrollo tecnológico, o con sectores con un nivel tecnológico medio-bajo, como España, los que consiguen mejorar su competitividad a través de transferencias tecnológicas, y por ello, la cooperación es un factor clave. Una vez que el nivel tecnológico de las empresas mejore, alcanzando el de nuestros socios europeos, la inversión continua en I+D sustituiría la actual estrategia empresarial, que pasaría de una práctica basada en la compra/adaptación, a una basada en el desarrollo propio de nuevas tecnologías.
Además de la cooperación, también existen otros factores importantes, como el entorno y los incentivos que las propias empresas tienen para innovar, y de allí la relevancia de un entorno institucional y una regulación de los mercados adecuados.
En cuanto a los factores que dificultan la innovación o que influyen en la decisión de no innovar, la falta de fondos en la empresa afectó a más del 30% de las empresas españolas en el periodo 2007-2009, así como el elevado coste de la innovación. También un porcentaje muy elevado de empresas, el 27,68%, considera que no es necesario innovar, ya que no hay demanda de innovaciones.
Por todo ello, además de elevar el nivel de gasto en I+D, hace falta tener financiación accesible para proyectos innovadores y arriesgados. Además, es necesario que nosotros como consumidores y demandantes de productos y servicios empresariales seamos cada vez más exigentes solicitando productos cada vez más sofisticados, instando de esta forma a las empresas a que innoven continuamente. Por otro lado, para estimular la cooperación se necesita de una mayor apertura de los centros tecnológicos hacia las PYMEs, así como, una mayor disponibilidad por parte de las empresas en buscar apoyo y cooperación en otros sectores o empresas de su entorno, perdiendo el miedo a divulgar sus ideas.