Diario de Navarra, 4 de agosto de 2008
Cristina Berechet, miembro de Institución Futuro
En los años ochenta y noventa, Alemania proporcionaba a los países europeos el modelo a seguir en formación profesional. Se trata de un sistema dual, basado en la formación en los centros de trabajo mediante un contrato remunerado, y cuya ventaja competitiva es que son las propias empresas las que elaboran los planes de formación para los futuros trabajadores. De esta manera, a los trabajadores se les proporciona formación según las necesidades específicas de cada empresa. Así, las organizaciones están dispuestas a invertir, ya que lo hacen en el mejor activo que pueden tener: su capital humano.

El modelo alemán de Formación Profesional funciona cuando la economía va bien y las empresas disponen de dinero para invertir. Sin embargo, los problemas comienzan cuando la economía no crece tanto y los beneficios que se deben reinvertir se ven reducidos por los periodos bajos del ciclo económico. Es entonces cuando es recomendable que el estado intervenga para propiciar la formación necesaria a los alumnos de formación profesional.

A pesar de la antigüedad del modelo alemán y de los buenos resultados reportados a lo largo del tiempo, el modelo no se implementó en España. La formación profesional en España y Navarra está todavía lejos de dicho modelo. Las empresas alemanas han visto la necesidad de invertir en capital humano y formar a los futuros trabajadores dentro de la empresa. Además, lo hacen en periodos de crecimiento económico, cuando la empresa tiene beneficios y puede invertir dinero en formación. Como se sabe bien, resulta más fácil invertir en formación, impulsar los cambios en la organización de una empresa y realizar mejoras productivas en los momentos de bonanza de la economía, aunque en esos momentos el cambio no parece tan necesario. Pero cuando la empresa empieza a perder cuota de mercado o comienzan las dificultades económicas, es cuando se reconocen con más rotundidad las ventajas de las iniciativas realizadas con anterioridad.

Por el contrario, muchas empresas españolas y navarras no tienen la posibilidad de impartir Formación Profesional a través del modelo dual y tampoco lo ven como una necesidad. Primero, porque hasta ahora la formación de los empleados no se encuentra plenamente integrada en el plan estratégico de muchas empresas para alcanzar sus objetivos empresariales. Y, segundo, porque muchas empresas, y especialmente las pymes, no tienen una cultura corporativa proclive a la innovación. Se piensa que si las cosas van bien no hay que cambiar ("si funciona, no lo cambies"). No obstante, cuando la economía se desacelera, ya no hay dinero para hacer los cambios necesarios o para invertir.

Otro ejemplo para nuestras empresas es el sistema de formación continua del Reino Unido. A través del programa "Investors in People", los británicos apuestan por la formación continua en la empresa como elemento clave para lograr los objetivos estratégicos. Así, este programa dispone de una agencia especializada que otorga a las empresas un certificado de "empresas formadoras", un tipo de ISO para la formación. Dicho certificado da prestigio a las empresas y les obliga a formar a todos sus empleados, al mismo tiempo que les obliga a seguir determinadas prácticas de gestión del personal. El programa, además, exige que la formación se planifique junto con los empleados y se vincule a los objetivos empresariales.

Éstos son sólo unos pocos ejemplos de cómo se pueden implementar las políticas de formación profesional reglada y continua en el ámbito empresarial. Por ello resulta prioritario impulsar un cambio cultural en la sociedad navarra y en sus empresas, de modo que directivos y trabajadores vean la formación como una necesidad y como una inversión a largo plazo, no como un coste.

Institución Futuro
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