Otra forma de llamar al boletín semanal de Institución Futuro sería “El despertador”. Hay sordos a prueba de despertadores pero esa sería otra cuestión. El caso es que una semana más nos encontramos con una gráfica sobre Navarra (con datos extraídos del diario Expansión) que invita a la preocupación. Frente al discurso gubernamental de lo bien que va todo, no sólo tenemos la impresión general de que las cosas en Navarra van todo lo más regular, sino que constantemente aparecen indicadores que nos despiertan del ensueño gubernamental y nos devuelven a la realidad. Uno particularmente grave y persistente es el del cambio de sede social de las empresas. El tejido empresarial, como señala Institución Futuro, no es estático, por lo que las compañías van cambiando a otras CCAA buscando un marco más propicio para su actividad. Navarra no parece ser ahora mismo un marco particularmente apreciado por el tejido empresarial.
Como puede apreciarse, en 2022 Madrid fue la región que mayor balance positivo obtuvo, acogiendo a 1.645 compañías frente a las 1.454 que la abandonaron, lo que arroja para esta comunidad un saldo positivo de 191 empresas. Esto contrasta con las 181 perdidas por Cataluña. Navarra fue la tercera región con mayor saldo negativo ya que llegaron 71 compañías pero se fueron 125. No es una medición puntual, hace tiempo que las alarmas vienen avisando de que hay un grave problema en Cataluña (obvio)… pero en Navarra también.

Un dato complementario a los anteriores, singularmente esclarecedor y también un tanto acusador, es que la mayoría de empresas que cambiaron su sede social desde Navarra lo hicieron a Madrid y País Vasco.

Chivite lehendakari
Que el País Vasco se haya convertido en el segundo mayor destino para las empresas que salen de Navarra, en un marco en el que son bastantes más las empresas que salen que las que entran en Navarra, resulta de lo más revelador. Es decir, no sólo es que tenemos un gobierno que a lo mejor no está haciendo las cosas bien, sino que tenemos en el gobierno a un partido que aplica una política en la CAV y apoya la opuesta para Navarra, con el resultado de que las empresas se van de Navarra y se marchan a la CAV. O sea, que Chivite quizá es mejor presidenta para la CAV que para Navarra.