Expansión, 14 de febrero de 2007
Julio Pomés, Director de Institución Futuro
El Consejo de Ministros del pasado sábado aprobó el Plan de Vivienda Universitaria, que establece la construcción de diez mil pisos para ser alquilados a estudiantes universitarios. Esta medida discrimina a muchas personas, jóvenes o maduras, que no podrán acceder a una vivienda de renta bonificada porque tienen el demérito de no estar en la universidad.
Conviene recordar que los universitarios españoles tienen unas matrículas altamente subvencionadas. Por el contrario, en otros países más avanzados, como Estados Unidos, los alumnos satisfacen la totalidad de los costes reales de sus estudios. Ésta es la razón por la que muchos estudiantes norteamericanos se endeudan con los préstamos blandos que ofrecen bancos y universidades.

La consecuencia de estudiar a crédito implica para los alumnos una mejor valoración de la enseñanza superior y una mayor responsabilidad en el aprovechamiento de la misma. Estos estudiantes son muy conscientes de que el dinero que gastan es todo suyo, y no el de los demás, como ocurre en España.

El plan de la ministra supone obsequiar con una vivienda de reducidísima renta, entre los 75 y los 200 euros, a unos jóvenes a quienes ya se les está regalando el 80% del coste real de sus estudios superiores. Esta medida parece una discriminación grave contra los jóvenes no universitarios que trabajan y pagan impuestos, pero no cuentan con el salario suficiente para alquilar una vivienda a precio de mercado.

En España, la condición de joven suele llegar hasta los 25 años y supone en muchos casos el derecho a vivir a costa de los demás. En esta línea de actuación, Miguel Sebastián, candidato socialista a la alcaldía de Madrid, prometía hace unos días transporte gratuito para los jóvenes hasta los 21 años y extender el abono joven hasta los 26.

¿Emancipación y autonomía?
Comprendo la preocupación de la titular de Vivienda de fomentar la emancipación y autonomía de los jóvenes. Es duro vivir con unos padres que tienen una mentalidad distinta por su diferencia de edad, pero es más penoso no tener voluntad suficiente para enfrentarse al mundo laboral y para vivir del propio esfuerzo. Me temo que muchas de las personas que se emancipen con las viviendas que les proporciona la ministra irán a comer, a mesa puesta, a casa de sus padres.

Darles todo gratis, sin esfuerzo, contribuye a que crean que el mundo les debe todo y a que se acostumbren al subsidio permanente. Se olvida que para que se active el ingenio y los jóvenes estén más dispuestos a ponerse a trabajar debe existir una situación de necesidad.

María Antonia Trujillo ostenta el récord de ser la ministra menos valorada del Gobierno en muchos ránking publicados. Sin duda, con esta medida busca recuperar posiciones e intentar demostrar que ha hecho algo notorio, aunque sea antisocial: incrementar el gasto público con la injusta medida de favorecer a los ya favorecidos. Nunca he entendido por qué se creó el Ministerio de la Vivienda, una materia que está prácticamente transferida a las comunidades autónomas.

El escaso margen del que disponía desde este innecesario ministerio la señora Trujillo lo ha desaprovechado con fiascos notables, como el que representó su programa de alquiler de pisos. No quiero dejar de aludir a que la consecuencia de tanta subvencionitis es una notable pérdida de la competitividad nacional. ¿No sería mejor ahorrarse tanto dispendio y, por ejemplo, bajar el impuesto de sociedades y el de la renta?

El anuncio de este Plan de Vivienda, a tres meses de las elecciones locales y autonómicas, despierta sospechas electoralistas. Probablemente, desea atraer el voto de los jóvenes, un sector de la población que suele abstenerse. En cuanto a las elecciones generales, el hecho de que Rodríguez Zapatero no haya aprovechado la reciente remodelación del Gobierno para sustituir a los ministros más gastados de su Ejecutivo, como la propia María Antonia Trujillo, invita a pensar en un adelanto de las mismas. También refuerza esta opinión la carrera de medidas populistas con la que se está gobernando, más propias del último año que del penúltimo de un mandato.

Institución Futuro
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