Hace unos días leía la noticia de que la mitad de los españoles desconoce que la sanidad pública se financia con sus impuestos. Al parecer piensan que se paga, total o parcialmente, con las cotizaciones del colectivo de trabajadores. El barómetro sanitario del CIS dixit. Esta noticia me dio que pensar sobre la gran necesidad que existe sobre tener determinados conocimientos. Necesidad de ser cultos.
Porque si a cualquiera de nosotros nos preguntaran si nos gustaría ser personas cultas, seguro que todos, o casi todos, diríamos que claro, que cómo no. Lo mismo sería aplicable para nuestros hijos: ¿niños cultos?, ¡faltaría más! A menudo asociamos la cultura a áreas artísticas, literarias… quien conoce la obra de Velázquez, su técnica, el contexto histórico en el que vivió es motivo de admiración. También quien, por ejemplo, ha analizado los textos de Lope de Vega y conoce el Siglo de Oro español. Qué decir de la cultura científica, o musical, o…
Todos esos atributos se enseñan, con mayor o menor profundidad, en el ámbito escolar y también en el familiar. Pero hay otro tipo de cultura, la que tiene que ver con la noticia que comentaba al principio de este artículo, que yo echo de menos. Unos conocimientos que todos y cada uno de nosotros necesitamos para movernos por la vida con solvencia, para que no nos engañen, para tomar decisiones acertadas, para desarrollar nuestro juicio crítico… Me refiero a la a veces denostada cultura financiera.
Partimos de la base de que el nivel en España es bajo. Muy bajo. No lo digo yo, lo dice, por ejemplo, la Comisión Europea, que ha medido en su encuesta del Eurobarómetro la cultura financiera de los europeos. Mediante preguntas prácticas sobre el interés compuesto, la inflación o los riesgos de invertir en determinados productos, ha concluido que nuestro país es el cuarto por la cola con menores conocimientos, tras Rumanía, Portugal y Chipre. El Banco de España también ha publicado una encuesta de competencias financieras, con resultados también muy mejorables. Poco más de la mitad de la población comprende estos tres términos: inflación, interés compuesto y diversificación del riesgo. Los jóvenes españoles de 16 años, según indica el informe educativo PISA 2022, no están familiarizados con conceptos como depreciación, retorno de la inversión o diversificación.
No aspiro a que todos y cada uno de los ciudadanos seamos inversores expertos, brokers que nos movamos por el Nasdaq o el Nikkei o el Ibex con soltura. Ojo, que cuantos más haya, bienvenidos. Estoy pensando en que el joven que comienza a trabajar sepa interpretar su nómina. Que entienda que de lo que gana en bruto se le restan cotizaciones sociales. Me imagino también a los contribuyentes, siendo conscientes de que el dinero público sí tiene dueño, y conociendo qué se financia con ellos (sanidad incluida). Sabiendo entender la declaración de la renta, interesándose por cómo se emplea el dinero público y pidiendo cuentas sobre su uso. Quien comprenda la inflación -la pérdida de valor de la moneda- o cómo se mueven los intereses bancarios y cómo afectan a las deudas y a las inversiones.
Y con estos conocimientos, poder entender mejor el mundo que nos rodea y tomar decisiones formadas e informadas. Sin que nos la den con queso. Como suele ser habitual, este interés debe nacer en el hogar, y educando con el ejemplo, que es lo que arrastra y llega de verdad. Alineado con la acción educativa en los planes de estudios correspondientes. Hay papás y mamás que ya están en ello, que en vez de tener la hucha del cerdito para que sus hijos metan la paga o el dinero que se les da por los cumples, tienen un fondo de inversión donde sus hijos van aportando y van entendiendo que el dinero es mejor que trabaje y que, en el cerdito, no lo hace. Que desde pequeñitos les intentan explicar qué son los impuestos y que el dinero, tanto si es público como privado, no cae del cielo. Incluso los hay que intentan poner en valor la labor de la empresa y el empresario, que son quieres generan riqueza y empleo.
Hoy, 7 de octubre, día mundial de la educación financiera, no puedo sino alentar a todos quienes se esfuerzan por mejorar en este terreno a que sigan aprendiendo. Todos deberíamos aspirar a ser un poco más cultos.