Diario de Navarra, 25 de agosto de 2012
Javier Troyas, presidente de Institución Futuro
El que fuera presidente de Estados Unidos en la década de los sesenta, John F. Kennedy, en su discurso de toma de posesión pronunció una frase que quedó grabada en los anales de la historia. En un intento de movilizar a la entonces alicaída sociedad norteamericana, acuñó la ya mítica sentencia: “No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tu país”. Transcurrido más de medio siglo, y por tanto en un contexto geográfico y socio-político totalmente diferente, la consigna posee todavía plena vigencia.
En una sociedad democrática, la función del Gobierno, decisiva a la hora de administrar el dinero recaudado del bolsillo de todos los contribuyentes y de gestionar unos servicios públicos de calidad, ha de estar a la altura de las circunstancias. Exigir a nuestros mandatarios que usen con prudencia, eficacia y eficiencia el dinero público debería figurar, pues, entre nuestras más genuinas obligaciones cívicas, labor que, a su vez, constituye una muestra inequívoca de la responsabilidad social con las generaciones futuras.

El lema de Kennedy supone un contrapunto poderoso, un cambio radical de mentalidad frente al pesimismo y el abatimiento generalizados que desde hace tiempo asuelan a buena parte de la sociedad española y navarra. Si nos preguntamos qué estamos haciendo cada uno de nosotros por nuestro país y nuestra región para sobrellevar y superar la crisis, o qué ideas estamos aportando, es posible que, de entrada, no logremos dar con respuesta alguna, pero seguro que, tras un breve intervalo de reflexión, encontramos en nosotros o en nuestro entorno más próximo acciones concretas encaminadas a resolver la crisis o, al menos, a paliar sus nocivos efectos.

Aunque no siempre son socialmente visibles, lo cierto es que cada vez proliferan más los ciudadanos empeñados en minimizar al máximo las consecuencias de la crisis. La medida que a todos nos viene a la cabeza es la de realizar un consumo responsable y prudente, cada uno en la medida de sus posibilidades. También hay quienes vuelven al sistema de trueque, directo o a través de la realización de determinados servicios a cambio no de dinero sino de otros servicios o productos. Otros están haciendo todas las compras posibles en comercios locales, de barrio, para apoyar a sus vecinos, y los hay que recurren a la fórmula del consumo colaborativo, es decir, compartir, intercambiar, prestar, alquilar y regalar, con la ayuda de la tecnología moderna y las redes 2.0.

Un número creciente de ciudadanos está aportando esfuerzos extraordinarios en su esfera profesional y personal, mucho empuje y una motivación extrema para que las cosas salgan bien. Al fin y al cabo, el no dejarse minar por la racha de malas noticias resulta una tarea fundamental para combatir el desánimo. Valores y actitudes como la honradez, la ilusión por mejorar, la creatividad, la imaginación y la innovación, siempre necesarios, resultan ahora imprescindibles. La creación de nuevos negocios y empresas, la puesta en marcha de nuevas líneas de productos en empresas ya consolidadas, la internacionalización y exportación son, entre otras, aportaciones fundamentales para poder vencer la crisis. Desde Institución Futuro hemos defendido con frecuencia la tesis de que la mejor política social no consiste en subsidiar el desempleo sino en generar puestos de trabajo. Y son las empresas y los emprendedores los agentes que pueden poner en marcha negocios prósperos que, con su crecimiento, requieran nuevas contrataciones. Además, conviene subrayar la tarea altruista del numeroso colectivo de personas dedicadas a actividades sociales de voluntariado y solidaridad para ayudar a aquellos sectores sociales y personas individuales más desfavorecidos y perjudicados por la crítica situación que atraviesa el país.

Éstas son sólo algunas muestras de acciones que ya se están llevando a cabo. Hay otras muchas protagonizadas por personas anónimas que contribuyen, de un modo u otro, a la salida progresiva de la crisis. En este contexto, merece la pena recordar la cita del emperador romano Marco Aurelio: "La sabiduría es el arte de aceptar aquello que no puede ser cambiado, de cambiar aquello que puede ser cambiado y de conocer la diferencia".

Es decir, vale la pena, y mucho, focalizar nuestras acciones en lo que sí podemos cambiar, en lo que está en nuestras manos, en lo que depende de nosotros. Por sí mismos, el lamento y la queja permanentes no resuelven los problemas, más bien todo lo contrario. En cambio, aun en las circunstancias más adversas, casi todos podemos echar una mano a los demás. A los hechos expuestos me remito.