Si fuera responsable de la Administración foral abonaría el campo para que las compañías vieran en Navarra una tierra fértil y atractiva para los negocios.
Leía hace pocos días en estas mismas páginas que, según la Fundación Cotec, Navarra cuenta con 80 empresas “gacela”, es decir, compañías muy innovadoras, de rápido crecimiento y de mucha generación de empleo. Suponen el 4,8% del total de empresas de la Comunidad foral con más de 10 trabajadores. El que cada vez tengamos más empresas que crecen y generan empleo con rapidez es una excelente noticia, más aún cuando nuestra tasa de paro alcanzó en diciembre de 2023 el 9,32%, lo que se traduce en que 30.600 personas no encuentran empleo.
No sé si todo el mundo se habrá alegrado al conocer la noticia de las gacelas. Espero que cada vez sean menos los que tiren de cliché y crean que la empresa y el empresario son el enemigo a batir en vez de un aliado clave para el desarrollo económico. Quiero pensar que esa imagen tan negativa y reforzada hace unos años por el propio sistema educativo -así lo han demostrado varios informes del Círculo de Empresarios- está cambiando. Se ven brotes verdes.
Un ejemplo es el “Barómetro del Empresario 2024”, publicado por la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE). Un documento en el que se detalla la contribución del empresario a la sociedad española. Empezando por el número de empresas que había activas en 2022, algo más de 3,2 millones, el porcentaje de empleos del sector privado -el 84,6% en España y el 83,8% en Navarra-, la aportación de las empresas del sector privado al PIB nacional (el 86%), el porcentaje de la inversión ejecutada por las empresas privadas- el 89,9% en España y el 93% en Navarra, o los ingresos fiscales percibidos por las Administraciones, más de 331.000 millones de euros-, de los que por Impuesto de sociedades fueron 36.608 millones de euros, sin contar lo que las empresas aportan al erario público en concepto de cotizaciones a la seguridad social, IRPF de autónomos, impuestos a la importación, impuestos especiales, ITP, AJD, IAE, IBI, licencias, etc.
El informe de AVE también incluye la valoración que los españoles realizamos de las empresas y empresarios. Otro brote verde. El 77% tiene una percepción positiva o muy positiva de los empresarios y, con un promedio de 7,4 sobre 10, se aprecia que los empresarios desempeñen un papel importante en el bienestar social y económico. Se valora sobre todo su papel en la generación de empleo y el crecimiento económico.
También se detectan, desde mi punto de vista, aspectos a mejorar. Solo el 41% admira a algún empresario. Quizá en esta cifra tenga algo que ver la falta de referentes en el entorno más cercano. Me contaba un empresario navarro que de manera periódica acude a centros escolares a hablar sobre el tema, que suele empezar su charla preguntando a los chavales si conocen a algún empresario. La mayoría responde que no, a lo que él repregunta que si suelen comprar el pan en alguna panadería de su barrio. Entonces se ven muchas manos levantadas. Que en el imaginario público estén solo los grandes empresarios exitosos o las multinacionales hace que no siempre se identifique al pequeño comerciante, al ganadero o al autónomo, como tales.
Imagino que tampoco ayuda el sonsonete por parte de algunos gobiernos de que a las empresas hay que exprimirlas fiscalmente, porque ya ganan mucho. Otro cliché que no favorece a nadie. Ni a las propias empresas, que como es lógico retraen sus inversiones en territorios donde perciben que no son bienvenidas. Ni a los ciudadanos que por falta de esas inversiones no pueden beneficiarse del empleo que producirían. Ni a los jóvenes, o no tan jóvenes que, ante este ambiente, se lo pensarán muy mucho antes de decidirse a emprender.
Volviendo a mi idea inicial. Si yo tuviera responsabilidades en la Administración me entrevistaría con los responsables de esas empresas gacela. Les preguntaría cómo han conseguido crecer tanto –para poder fomentarlo y apoyarlo desde lo público- y qué barreras han encontrado –y poder eliminar las que se pueda desde la Administración. Igualmente preguntaría a quien le ha ido mal, para identificar alguna piedra en el camino que se pueda retirar. En definitiva, ofrecería todo mi apoyo, no solo escucha sino compromiso real, para que las compañías puedan crecer y generar empleo. También fomentaría todo tipo de programas educativos que estimularan el emprendimiento, aun siendo consciente de que no todos valemos para lo mismo y que no se puede esperar que todos los jóvenes apuesten por emprender y crear nuevas empresas. En definitiva, abonaría el campo para que las compañías vieran en Navarra una tierra fértil y atractiva para los negocios. Se consiguió en el pasado y puede volver a lograrse. ¿80 gacelas? ¡Vayamos a por más!
Ramón Pérez Díez. CEO de STQ Energía y miembro del ‘think tank’ Institución Futuro.