Una cosa es la poesía y otra las listas de espera. De todos modos tampoco está claro que a la izquierda se le de bien la poesía. Sea como sea todo su discurso versa sobre la gente, la sanidad pública, la sostenibilidad, el escudo social… Como si a los demás nos diera igual la gente o la sostenibilidad. Es más, si no somos de izquierda es precisamente porque, al pasar de las soflamas a los datos, todo funciona mejor cuando la izquierda está en la oposición. Lo que pasa es que la izquierda no tiene más discurso que el populismo social tanto para intentar derrotar electoralmente a la derecha, tratando de elevarse moralmente sobre ella, como para justificar su adicción al gasto y su permanente recurso a las subidas de impuestos. El problema es cuando llega la hora de la verdad y lo que la gente demanda no es un discurso sino una cita con el médico. Ahí es donde la izquierda empieza a fallar. Y no a fallar un poco, sino de una manera estrepitosa.
Que las listas de espera en Navarra se han convertido en un problema de primera magnitud es algo que no se le escapa ni a la propia Chivite, que hace más de un año viene prometiendo, e incumpliendo, bajadas sustanciales en las listas de espera en Salud. El caso es que no sólo Chivite no reduce las listas de espera, sino que estas siguen creciendo fuera de todo control.
Como se aprecia en las capturas que van ilustrando este texto, resulta significativo comparar los datos de espera de agosto de 2024 con los de agosto de 2015, cuando la izquierda salvadora llegó al gobierno foral. El resultado es tan llamativo como descorazonador. En el Complejo Hospitalario de Pamplona, por ejemplo, la lista de espera ha pasado de 41.206 a 50.633. En el Reina Sofía de Tudela, de 5.143 a 7.368. Y eran los otros los que querían desmantelar la Sanidad.
A todo esto se añade el hecho de que en 2015 todavía estábamos saliendo de una crisis económica atroz y de un marco de disciplina presupuestaria mientras que los datos actuales, por el contrario, se enmarcan en un contexto de records de recaudación y llegadas masivas de fondos desde la UE. Si la definición de buena gestión es hacer más con menos, lo que están haciendo Chivite y sus socios con nuestros impuestos es un ejemplo perfecto de mala gestión.
Por supuesto no menos llamativo que todo lo anterior es que hasta 2015 fuera un escándalo que la sopa del Complejo Hospitalario estuviera fría, o que un panecillo estuviera un poco quemado, o que el amarillo de la tortilla no fuera el amarillo adecuado. Ahora en cambio las listas de espera no son noticia en los mismos medios que en 2015 bramaban y convertían todos los días en asunto de portada la temperatura de la sopa. Tampoco preocupan a la prensa subvencionada del régimen los constantes incumplimientos del gobierno foral de sus promesas de reducir las listas de espera. La buena noticia para el gobierno de “progreso” es que de momento cada vez más navarros, los que pueden, se pasan al seguro médico privado para ser atendidos. Mientras el trasvase no sea de votos del cuatrichivito hacia la abstención o la derecha, el gobierno no parece muy preocupado por el problema. Que tome nota el electorado navarro. O que sufra las consecuencias.