La competitividad es un término en el que nos comparamos con otros, de manera que aplicando el concepto al ámbito empresarial, se entiende que una empresa es competitiva cuando es capaz de obtener una rentabilidad superior a la de sus competidores en los mercados internacionales. Por ello, a nivel país la competitividad contribuye al desarrollo económico y la generación de riqueza y bienestar.
Sin embargo, en el World Competitiveness Ranking del año 2022, España figura en el puesto 36 de 63 países analizados y en el 19 de los 27 de la UE. De las cuatro grandes áreas analizadas -Resultados económicos, Eficiencia empresarial, Infraestructuras y Eficiencia del sector público>-, donde tenemos el peor puesto es en esta última, en la que ocupamos la posición 50 de 63. Por todo ello tenemos que trabajar urgentemente para mejorar nuestra competitividad y, para ello, en los próximos años la economía española tiene que mejorar sustancialmente su productividad. El Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, dijo que la productividad no lo es todo, pero en el largo plazo lo es casi todo.
Cuanto mayor es la productividad de un país, mayores son los salarios y mayor es la recaudación fiscal sin necesidad de subir los impuestos a las empresas y a los ciudadanos, pudiéndose financiar un mejor estado de bienestar. Sin embargo, también en el ranking europeo de productividad salimos mal posicionados: desde las dos últimas décadas estamos 8,2 puntos por debajo de la media de la UE y entre 2017 y 2022 nuestra productividad ha tenido la mayor caída de la UE, un 4,3%.
La baja productividad agregada de nuestro país es el síntoma de múltiples deficiencias que interaccionan entre sí, destacando entre ellas: el tamaño empresarial, la asignación de recursos, el capital humano, la innovación y el capital tecnológico y el marco regulatorio institucional. Con respecto a la primera, nuestras empresas micro (hasta 9 trabajadores) representan el 94,83% de nuestro tejido empresarial, pero el problema lo tenemos en que nuestras micro son mucho menos productivas que el resto de las de la UE, existiendo una brecha agregada de productividad cercana al 50%.
El objetivo de mejorar esta variable resulta fundamental en cualquier empresa, es el camino para crecer, para ser más competitivo y para garantizar un mejor nivel salarial, creando más puestos de trabajo. Para lograrlo es esencial tener muy en cuenta los siguientes aspectos:
1. La digitalización. Se trata de implementar la tecnología, las herramientas digitales y los recursos tecnológicos para optimizar los procesos de trabajo. Constituye un cambio para lograr una nueva manera de pensar y de actuar.
2. La innovación. Hay que mejorar los procesos existentes en la empresa haciéndolos más productivos, desarrollando nuevos productos y abriendo nuevas líneas de negocio. Ir adaptándose a las nuevas necesidades del mercado, dándoles a los clientes lo que necesitan incluso antes de que ellos lo pidan. En la empresa hay mucho talento, conocimiento y experiencia repartida a lo largo de toda la plantilla que hay que conseguir que aflore, creando el clima adecuado para ello y poniendo en marcha las estructuras y los equipos humanos para el estudio y aplicación de las nuevas ideas.
3. Comunicación y confianza. Es fundamental que el conjunto de los trabajadores se identifique con los proyectos de la empresa. Para ello es necesario crear un clima de confianza y eso se logra haciendo participe regularmente a toda la plantilla de la situación de la empresa, de la empresa de todos, de sus fortalezas y debilidades y de sus oportunidades y amenazas, con la seguridad de que si a la empresa le va bien todos los que la componen saldrán beneficiados. En este proceso de comunicación hay que tener presente que también por parte de la dirección hay que escuchar y a veces aprender.
4. Formación. La formación de todos los trabajadores es esencial para la mejora de la productividad, contar con trabajadores más formados no solo beneficia a la empresa sino también mejora la empleabilidad de los empleados y contribuye a su motivación.
5. Jornada de trabajo. La compatibilidad de la vida profesional y familiar es fundamental, de hecho actualmente el 66% de los trabajadores sitúan esta conciliación en el segundo de los cinco criterios más importantes a la hora de elegir una empresa. Hay que conseguir que el conjunto de la plantilla se sienta identificada con la empresa, hay que desarrollar el orgullo de pertenencia.
En resumen, para ser más competitivos tenemos que ser más productivos e innovadores. En una palabra, ser mucho más eficaces.
José Antonio Sarría Terrón Miembro del think tank Institución Futuro