No digas impuesticos si vives en Navarra, di más bien impuestazos, acaso impuestazicos, pero hace mucho que dejamos de poder hablar de impuesticos. Diario de Noticias publicaba este fin de semana un análisis en el que se presumía de la subida de la recaudación foral por las rentas de capital. Las siempre malvadas rentas de capital. Y sin embargo aún no se han recuperado los niveles de recaudación de 2009. Una cosa es repetir el mensaje de que las rentas de capital son cosas sólo de ricos, y que los ricos ganan dinero siempre y torrencialmente, y otra la realidad, como poco a poco desgranaremos en este artículo.

El Noticias señala pese a su entusiasmo fiscal un par de problemas evidentes respecto a los impuestos sobre las rentas del capital. El primero es que el tipo navarro sobre las rentas de capital es del 28%, el mismo que en el régimen común español, superior al 25% de la CAV y en la media de los países de la UE. O sea que no da margen para subirlo más si no se quiere provocar una estampida de capital, particularmente de las rentas más altas, no hablamos ya de atraer grandes contribuyentes a nuestro territorio foral. No obstante Bildu pretende subir al 52% el tipo máximo de las rentas de capital para igualarlo al tipo máximo de las rentas del trabajo. Y tampoco es que Bildu no pinte nada, o que sea algo que no firmen también Podemos y Sumar, o que el PSOE haya algo por disparatado que sea que no esté dispouesto a aprobar, por mantener el sillón en Moncloa una noche más. Llegados a este punto interesa señalar un par de cuestiones respecto a los impuestos, sobre las rentas del capital y el malvado tipo de personas que pagan este tipo de impuestos.

En primer lugar, los impuestos sobre las rentas del capital los paga cualquier persona que tenga unos pocos ahorros y los invierta, no hace falta que sea una persona rica. Los impuestos sobre las rentas del capital recaen sobre cualquier persona por pocos ahorros que tenga. Hablamos por tanto, a escala nacional, de millones de familias que tienen algunos ahorros en bolsa, en fondos de inversión o incluso en deuda del estado. No es un impuesto sobre los ricos, es un impuesto sobre el ahorro, sobre cualquier tipo y nivel de ahorro. Por supuesto los ricos también pagan este impuesto, pero no es un impuesto para los ricos. Nos hablan de que es un impuesto para los ricos a la hora de vendérnoslo, pero es en la práctica un impuesto sobre toda la población que tenga algún ahorro a la hora de aplicarlo en el mundo real.

En segundo lugar, las rentas del capital no son un mundo aparte de las rentas del trabajo tal y como se nos suele vender. La forma de vendernos el impuesto es decir que, aparte de ser un impuesto para ricos, cosa que ya sabemos que es falsa, es un impuesto que se contrapone a los impuestos sobre el trabajo. La idea es que la gente paga impuestos por lo que trabaja y los ricos pagan impuestos por las rentas que reciben. Pero esto no es la verdad. La realidad es que primero uno paga impuestos por las rentas del trabajo y que, cuando ahorra e invierte algo de ese dinero que viene del trabajo, y que ha pagado como renta del trabajo, entonces el gobierno viene con otro impuesto más para gravar las rentas del capital. O sea, que no hay normalmente una disyuntiva entre pagar por rentas del trabajo y pagar por rentas del capital, sino que pagamos primero por las rentas del trabajo y después y además otra vez por las rentas del capital.

En un marco demagógico en el que todo el edificio de la fiscalidad actual se asienta sobre la maldad de los contribuyentes, que merecen toda subida de impuestos por su desmedida afición a los Lamborghinis, un análisis fiscal de progreso que se precie no puede dejar de hablar de Madrid como fuente de todo mal. Y efectivamente el Noticias no ha podido evitar tamaña tentación, más aún en un contexto en el que para justificar el concierto catalán hay que acusar a todas las comunidades del PP de no merecer el dinero del reparto interterritorial. Porque efectivamente ese es el plan. Lo que deje de aportar Cataluña dejarán de recibirlo las comunidades del PP. Esto ya se está preparando y justificando bajo la premisa de que las comunidades del PP tienen impuestos más bajos que los demás, y que por tanto no pueden recibir en el reparto general dinero de las demás comunidades para financiar las bajadas de impuestos a los ricos. El concierto catalán va a dar lugar por tanto a un sistema en que Cataluña y el País Vasco no aportarán nada, y el dinero del resto se repartirá sólo o preferentemente entra las comunidades de progreso con altos impuestos.

Por supuesto en este marco mental Madrid es la encarnación perfecta de todo mal. Madrid cobra de los demás para bajar los impuestos a los ricos. Madrid es insolidaria. Madrid nos roba. Además, Madrid recauda más que los demás pese a los bajos impuestos sólo por el efecto capitalidad. Puesto que ser capital no tiene ningún mérito, Madrid debe pagar más por el efecto capitalidad. La estrategia es evidente, se trata de redirigir hacia Madrid el descontento por la disminución de recursos generales que va a provocar el concierto catalán. Por supuesto esto no rige respecto a la CAV, cuyos impuestos son más bajos que los demás y que además tiene un cupo que curiosamente lo fija de manera muy artificial y beneficiosa para él quien lo tiene que pagar, a cambio de sus votos en el Congreso para mantener el gobierno en Madrid.

Respecto a Madrid u otras comunidades cabe señalar que difícilmente Madrid se puede estar aprovechando fiscalmente de los demás cuando es contribuyente neta en el reparto general. O sea, aporta mucho más de lo que se lleva. Es por supuesto la comunidad que actualmente más aporta y cuando Cataluña tenga su concierto va a ser casi la única que aporte. Por tanto no tiene sentido alguno pretender que los demás están financiando que baje los impuestos a los ricos. Es todo una ridiculez. Por no mencionar que, Curva de Laffer mediante, bajar impuestos no necesariamente implica recaudar menos. Primero porque una fiscalidad baja atrae inversión, y segundo porque una fiscalidad baja estimula la actividad económica. Si el gobierno deja a todo el mundo la cartera vacía, se hunde la actividad económica. Por consiguiente si hay más actividad y más crecimiento se recauda más aunque bajen los impuestos, en realidad justo porque bajan los impuestos.

Llegamos así finalmente al mantra de la capitalidad. Pero las empresas, los inversores y los grandes contribuyentes no se van de Navarra o de otras comunidades a Madrid porque Madrid sea capital, sino porque tienen impuestos más altos que MadridEs decir, los inversores, los contribuyentes y las empresas no se iban de Navarra a Madrid cuando Navarra tenía impuestos como los de Madrid o más bajos que los de Madrid. No se ha nombrado capital a Madrid hace 10 años. Madrid es la capital desde 1561. Los dineros han empezado a marcharse a Madrid no desde que es capital sino desde que nosotros hemos empezado a subir más los impuestos. Si volvemos a bajar los impuestos y situarlos al mismo nivel que Madrid o inferior, desaparece mágicamente el efecto capitalidad. O sea, que es una pura invención y una excusa demagógica el efecto capitalidad. En Brasil la capital es Brasilia, pero Sao Paulo o Río generan más actividad. En China la capital es Pekín, pero la capital económica es Shangai. Si Madrid subiera los impuestos al nivel que Bildu pretende en Navarra, por más capital que fuera todas las empresas y todos los inversores huirían despavoridos a Sevilla, a Dublín o a Pas de la Casa, y a tomar por saco el efecto capitalidad. Puestos a inventarse efectos, más efectos económicos beneficiosos puede tener el ser costa, o el ser frontera, o el gozar de tal o cual clima. La izquierda se pasa la vida señalando al que va a agredir para justificar la agresión. Navarra a su vez no tiene que inventar nada, sólo volver al modelo de crecimiento que nos hizo progresar durante décadas siendo ya hace mucho Madrid la capital. Un modelo que consistía en tener un gobierno eficiente, un estado del bienestar pequeño pero de calidad, unos impuestos bajos y atractivos y una actitud business friendly para cualquier emprendedor interior o exterior.

Institución Futuro
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