El diagnóstico preciso de la situación económica de una región es fundamental para que los gobernantes públicos puedan tomar decisiones acertadas. Un buen análisis les permite comprender las fortalezas y debilidades de la economía y formular políticas adecuadas para impulsar el desarrollo sostenible en el tiempo.
Por desgracia, esta premisa no siempre se cumple. Si la foto de partida no se corresponde con la realidad, las decisiones que se tomen no serán las óptimas. Por eso los mensajes triunfalistas y autocomplacientes que estamos oyendo en estos días a los gobernantes navarros no ayudan a la Comunidad Foral. Dependiendo de a quién se escuche, podría pensarse que en nuestra región ya está todo hecho y que vamos como un trasatlántico, a toda máquina. Nada más lejos de la realidad.
Frente a la afirmación de que Navarra ha registrado un récord histórico de afiliación a la Seguridad Social, hay que recordar también que la Comunidad Foral fue hace ya bastantes años un referente positivo dentro de España, llegando incluso al pleno empleo. Sin embargo en el primer trimestre de 2023 ha caído al noveno puesto, con un paro del 12,13% según los datos de la EPA, cuando durante años fue la primera. Además, trimestre a trimestre se comprueba que hay más empresas privadas que cambian su domicilio social fuera de Navarra que las que acuden a nuestra región, síntoma de que somos poco atractivos. Y sin empresas no habrá empleo.
Decir que somos la comunidad menos endeudada de España, con la máxima calificación crediticia posible, es de justicia. Como también lo es subrayar que cada navarro soporta ya una deuda per cápita de casi 5.000 euros y que el gasto público, cada vez mayor como así lo reflejan los Presupuestos Generales de Navarra, debería ser revisado de arriba a abajo para eliminar ineficiencias, que las hay. Habría que recordar que no hace muchos años la deuda no llegaba a 1.000€ por navarro.
Navarra lideró en 2022 el incremento de la inversión extranjera, al alcanzar los 790 millones de euros. Lo que pocos dicen es que la Comunidad Foral ha recibido en esta legislatura un 40% de inversión extranjera directa respecto a lo que le correspondería por su peso económico en España mientras, que, por ejemplo, nuestros vecinos vascos recibieron en ese mismo periodo un 20% más de lo que le supone debiera llegarles por su peso relativo.
Según la Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública, Navarra es la región que ofrece mejores servicios sanitarios. Siendo este dato cierto, debemos tener claro que lo que estamos liderando es el gasto en salud por habitante, pero gastar más no siempre significa que el servicio mejore. Esta insatisfacción ciudadana se refleja en que seamos los segundos que más estamos incrementado el número de contratación de seguros privados.
Es cierto que desde se comenzaron las obras del Tren de Alta Velocidad en nuestra región, dos de cada tres euros se han invertido en esta legislatura. Lo que se obvia es que a este ritmo de inversión el corredor navarro no se finalizará antes de sesenta años. Tampoco se explica como se merece el por qué del retraso en la construcción de esta infraestructura tan necesaria para la competitividad de Navarra.
Con lo que no puedo estar de acuerdo de ninguna de las maneras es con la afirmación de que nuestro modelo fiscal favorece a las familias. Porque se debía haber aprobado una deflactación de tarifa para 2023 para ayudar a corregir el efecto que la inflación está teniendo en las rentas que se gravan en el impuesto, especialmente las de trabajo. Además, las tarifas actuales son de las más altas de toda España. Y qué decir del impuesto del patrimonio… donde por injusto se ha eliminado en todos los países de la Unión Europea, pero los navarros seguimos estando en desventaja frente a cualquier otra comunidad española y en especial con nuestros vecinos del País Vasco. Igualmente las empresas están sufriendo una presión fiscal excesiva, al fijar el tipo nominal en el 28%, el más alto de todos los territorios. Navarra necesita una reforma del sistema fiscal urgente para que sea equilibrado y competitivo y consiga mejorar su capacidad recaudatoria y su eficiencia.
Acabemos con el mantra de que no se pueden bajar los impuestos si se quiere mantener el gasto social: lo que hace falta es generar más empleo bien remunerado para que aumenten las bases imponibles y los cotizantes. Aunque sea cierto que se han invertido muchos millones de euros en políticas activas de empleo y en ayudar a los más necesitados a través de la renta garantizada, es igualmente destacable el recorrido de mejora en estas ayudas. Por ahora consiguen que muy pocas personas abandonen la renta garantizada por un trabajo, cuando ese debería ser el objetivo primordial.
Sacamos pecho diciendo que el PIB español registra el crecimiento interanual del 2,4%. Lo que no se publicita es que desde el año 2019 hemos perdido el mayor poder adquisitivo de toda la OCDE. Mientras algunos países han aumentado cerca de un 10%, nosotros hemos perdido por encima del 5%. Pero seguiremos oyendo a nuestros gobernantes decir que somos la envidia de Europa. Ver para creer.
Vuelvo a mi idea inicial. El conocer cuál es la situación real actual y como está siendo la tendencia de los últimos años nos ayudará a fijar objetivos medibles para poder mejorar. Cuidado con la autocomplacencia. Los ciudadanos se merecen conocer toda la información.