La actual crisis sanitaria y económica provocada por la pandemia del Covid-19 ha dejado al descubierto las debilidades de nuestro modelo productivo. Nuestra economía ha sufrido un desplome sin precedentes como consecuencia de su excesiva dependencia del sector servicios y, en concreto, del turismo. En este contexto, debemos aprovechar para actuar sobre los factores que influyen en la competitividad y salir de la crisis con un modelo productivo más competitivo, sólido y resiliente. Para ello, es necesario impulsar reformas estructurales con visión de largo plazo en ámbitos como la educación, las políticas activas de empleo, la fiscalidad, la creación, crecimiento e internacionalización de las empresas y la lucha contra la economía sumergida.
Los datos del Global Competitiveness Report (GCR) 2019 colocan a España en una posición intermedia en el ránking de competitividad entre los países de la OCDE. Su competitividad es superior a la de la mitad de ellos, pero está aún alejada del grupo de países más avanzados como son Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido o los países nórdicos.
El Círculo de Empresarios ha elaborado un informe titulado Mejorar la competitividad para acelerar la recuperación, en el que advierte de que nuestro país tiene aún un largo camino por recorrer, especialmente en materias tales como talento e innovación, eficiencia de las administraciones públicas, internacionalización e industrialización.
En lo relativo al talento y a la innovación, desde el Círculo consideramos fundamental desarrollar un ecosistema innovador, estableciendo un diálogo permanente con la comunidad académica y científica para intercambiar reflexiones, compartir análisis y favorecer la divulgación científica de interés económico. El impacto del Covid-19 ha puesto de manifiesto la importancia de la innovación para asegurar el aumento de la competitividad de la economía española en un mundo cada vez más global, interconectado y en constante cambio. Por ello, es necesario aumentar la inversión en I+D, actualmente fijada en el 1,24% del PIB, un 0,88% por debajo de la media europea y lejos del objetivo del 3% fijado por Bruselas.
En el apartado de la eficiencia y calidad de las administraciones públicas, hay que profesionalizar la gestión de los organismos públicos para aumentar su independencia y visión a largo plazo ante los cambios del ciclo político, así como reformular y racionalizar la estructura de la administración territorial y aumentar la transparencia de las administraciones públicas. Conviene tener presente que una Administración fuerte y que mejora la vida de los ciudadanos no es necesariamente la más grande, sino aquella capaz de administrar los recursos de la forma más racional y eficiente.
En cuanto a la internacionalización, tras la crisis de 2008 nuestras empresas llevaron las exportaciones de bienes y servicios hasta máximos históricos, convirtiendo al sector exterior en el pilar en el que se apoyó la recuperación del crecimiento de la economía española. El proceso de internacionalización de nuestras empresas ha sido clave para lograr un crecimiento más sólido y equilibrado. Por ello, hay que incentivar la colaboración público privada para dar voz al sector privado en el diseño de nuevas estrategias y planes, consolidar la base de empresas exportadoras y avanzar en la apertura de nuevos mercados.
La rápida expansión del sector servicios en las últimas décadas ha provocado el retroceso del peso de la industria española sobre el PIB, situándolo en el 16%, tres puntos por debajo de la media europea.
Para revertir esta tendencia, desde el Círculo apostamos por fomentar la inversión pública en el desarrollo de infraestructuras para el transporte de mercancías industriales por ferrocarril y por carretera. También es necesario establecer políticas industriales activas y transversales, favorecer la colaboración público-privada para la innovación y la digitalización.
Todas estas propuestas deben ir acompañadas de un impulso generalizado de reformas en numerosos ámbitos de la economía española para que, de verdad, puedan ser efectivas. En el ámbito laboral no debemos olvidar la necesidad de simplificar y modernizar el sistema de contratación para hacerlo más simple, tratando de atajar el grave problema de dualidad que caracteriza a nuestro mercado de trabajo. Desde el punto de vista fiscal, es fundamental acometer una ambiciosa reforma integral de nuestro sistema tributario para hacerlo más eficiente y favorecedor de la competitividad.
En definitiva, queda un largo abanico de reformas que deben ser acometidas para dotar a nuestro sistema productivo de una mayor competitividad. Esta crisis debe servir de oportunidad para definir y empezar a transitar hacia un nuevo modelo productivo para España, más sólido, competitivo y sostenible.
Miguel Iraburu, presidente del Comité de la Competitividad del Círculo de Empresarios y miembro de Institución Futuro