Por Nuria Chinchilla. El mes pasado salió publicado en La Vanguardia mi artículo “Ideas Tóxicas” escrito junto a Maruja Moragas. En él, decíamos lo siguiente:

"Hace unos meses, uno de los mejores restaurantes del mundo saltó a primera plana por la intoxicación alimentaria de más de 500 comensales, que habían ingerido marisco en mal estado. El intachable historial del cocinero y la calidad de su cocina hicieron que la noticia fuera al principio difícil de creer. El cuidado en la higiene y en los procesos por parte de profesionales del más alto nivel no pudo evitar que se les colara marisco envenenado por aguas contaminadas.

Así como la comida es vital para nuestro cuerpo, las ideas son vitales para que se desarrolle nuestro pensamiento, de modo que, al ponerlo en práctica, podamos construir personalidades sanas, equilibradas y felices. Pero, igual que hay marisco tóxico, también existen ideas tóxicas.

En el ambiente flotan todo tipo de bacterias y todo tipo de ideas que penetran en nuestro interior. Están en los medios de comunicación, en los libros, los amigos, la empresa, la familia… No todas las bacterias ni todas las ideas causan enfermedades, pero la inmaterialidad de las ideas dificulta conocer su grado de toxicidad y sus efectos en nosotros. ¿Estamos ante una simple reacción febril o ante una infección letal?

A las ideas les ocurre lo mismo que a los alimentos: se corrompen cuando se altera la sustancia que las compone. Si se desconectan de los principios sobre las que estaban fundadas, pierden su lógica interna y desaparece el poder regenerador que pueden aportar. Ya no aseguran el vigor, la vitalidad, ni los nutrientes que precisa quien las asimila. La persona queda infectada por ideas corruptas y limitada en su desarrollo, igual que un archivo informático con virus, y contagia a otros.

Mientras no circulen, el efecto de las ideas tóxicas es limitado. Cuando se comunican pueden debilitar a quienes las reciben, a menos que posean anticuerpos capaces de detectarlas y combatirlas. No podemos evitar coger infecciones, pero sí podemos reforzar nuestros anticuerpos ante ellas. Requiere reflexión, formar el juicio crítico y permitir espacio de debate para descubrir las sustancias dañinas que se han infiltrado en nuestro modo de pensar.

Muchas veces no hay mala intención en la difusión de estas ideas. Es simple desconocimiento. Pero ellas siguen su camino. Lo último que quería uno de los mejores chefs del mundo es que sus clientes enfermaran. Pero lo hicieron".

Os invito a que compartáis vuestras “Ideas” en este blog con vuestros comentarios.

Entradilla:
Por Nuria Chinchilla. El mes pasado salió publicado en La Vanguardia mi artículo “Ideas Tóxicas” escrito junto a Maruja Moragas.

Leer más