
No es solo las que se marchan y la facturación que tienen, sino las que dejan de venir porque encuentran condiciones más favorables en otros sitios.
Navarra, una comunidad históricamente conocida por su robusto tejido empresarial, sobre todo industrial, y su dinamismo económico, enfrenta un fenómeno muy preocupante: el traslado de sedes sociales de empresas a otras regiones de España. Esta tendencia se ha intensificado en los últimos años en varias regiones, sobre todo cuando estos movimientos se hicieron más frecuentes a raíz del proceso soberanista en Cataluña. Entonces, muchas compañías abandonaron Cataluña y se instalaron en otras regiones, pero por desgracia pocas, muy pocas, consideraron que la Comunidad foral era un buen lugar donde establecerse.
Los datos de nuestra tierra hablan por sí mismos. En el primer semestre de 2024, al restar las empresas que llegaron y las que trasladaron su sede social, el saldo fue de menos 40. El año anterior, de menos 9. El anterior, menos 53. En los últimos meses hemos conocido que Acciona, Berlys o Cristalbox, entre otras, trasladaban su sede a Madrid. Pero parece que no pasa nada. Y sí que pasa… No es solo las que se marchan y la facturación que tienen, muy elevada, por cierto, sino las que dejan de venir porque encuentran condiciones más favorables en otros sitios.
Las causas que motivan a las compañías ubicadas en nuestra región a abandonar su territorio de origen son varias. Además de que factores como la globalización o las estrategias corporativas pueden influir -aquí y en cualquier parte-, resulta obvio aunque algunos prefieran negarlo que ciertas políticas específicas del Gobierno de Navarra están empujando a las empresas a buscar mejores condiciones en otros lugares.
Una de las principales es el marco fiscal propio de la Comunidad foral. No se entiende que Navarra, como territorio con régimen fiscal diferenciado, no emplee la capacidad de diseñar su propio sistema tributario para atraer y retener compañías. Lo que podría ser una gran ventaja competitiva se ha tornado en los últimos años en un freno incuestionable. Es una desventaja, se mire por donde se mire. Este éxodo no solo representa una pérdida de ingresos tributarios para Navarra, sino también de empleos y de riqueza. Es una señal de alarma.
Otro factor que desalienta a las empresas a mantener su sede en Navarra es la ineficiencia y escasez de las actuales infraestructuras de comunicaciones. A pesar de que se nos quiera vender que en los últimos años se han realizado inversiones nunca vistas hasta ahora, lo cierto es que la conectividad de Navarra con el resto de España y Europa sigue siendo nuestro talón de Aquiles. Resulta una señal de alarma que el 80% de la población peninsular española tenga acceso al TAV en su capital de provincia y los navarros no. Otra alarma: las limitaciones en el transporte aéreo –escasez de destinos, retrasos constantes, viajes que exigen hacer noche en Madrid-, todas barreras que desincentivan a las empresas a mantener su sede en la región. Eso sin hablar de que aún no tenemos una autovía directa que nos lleve a la capital… Es un hecho. Las compañías buscan ubicarse en regiones mejor conectadas, lo que a su vez refuerza las economías de esas zonas a expensas de Navarra. ¿Han visto cómo va Zaragoza últimamente? Pues eso.
Estos dos aspectos, la fiscalidad y las infraestructuras, afectan también a la hora de captar y retener talento. A pesar de contar con dos universidades de prestigio y otras instituciones formativas, la fuga de jóvenes cualificados hacia regiones con más oportunidades profesionales es una constante. Y lo de atraer a altos directivos con la conectividad señalada y un tipo marginal del 52% es ya de ciencia ficción.
Hay sectores más fácilmente deslocalizables y otros mucho menos. Por ejemplo, el agro lo tienen complicado. Hay quienes apelan al navarrismo y al sentimiento patrio de los empresarios para que sigan apostando por la Comunidad foral. Pero, además de que el “Money is Money”, y si hay mejores oportunidades en otro sitio, se irán y no volverán, ¿por qué no apelamos al buen hacer y al sentido de responsabilidad por parte de quienes nos gobiernan? La inversión extranjera tampoco ve en Navarra un sitio amigable donde venir. Los datos del primer semestre de 2024 así lo demuestran: de toda la IED que llegó a España, casi 11.800 millones de euros, tan solo un 0,011% eligió la Comunidad foral como destino, es decir, 1,3 millones de euros.
Navarra cuenta con diversas fortalezas para consolidarnos como un referente empresarial en España, como lo fue antaño, pero como desde Institución Futuro venimos reclamando desde hace mucho, sin una fiscalidad atractiva y unas buenas infraestructuras, nos estamos quedando atrás. Revertir la preocupante fuga de empresas y falta de llegada de nuevas es responsabilidad principal del Gobierno y clave para el desarrollo de la región. Lo demás, solo traerá miseria.
José Ramón Lacosta Aznar. Presidente del ‘think tank’ Institución Futuro.