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Hace escasas fechas nos hacíamos eco de la presentación de la 7ª edición del Índice Autonómico de Competitividad Fiscal (IACF), elaborado por la Fundación para el Avance de la Libertad y la Tax Foundation. La conclusión resumida era que Navarra no es que ya no compita por ser una de las comunidades más atractivas desde el punto de vista fiscal, sino que ahora competimos por ser una de las menos atractivas, y lo hacemos con gran éxito, de hecho somos la 13 y perdemos 2 posiciones respecto al año pasado. O sea, que si competimos por ser la comunidad con menos atractivo fiscal para los inversores, las empresas y los grandes contribuyentes, tenemos el objetivo ya a tiro. Navarra es favorita para el próximo concurso de feas.

 

 

Uno de los cuadros más significativos que se pueden extraer del informe es el que muestra la competitividad fiscal de cada comunidad impuesto por impuesto. En Sucesiones ocupamos el puesto 12, pero es que en Patrimonio y Renta somos el 18 y el 19. Desde luego el Rubius no va a hacer la maleta para venirse de Andorra a Navarra. Los inversores y grandes contribuyentes que estén buscando un lugar de residencia en el que pagar unos impuestos salvajemente altos sin duda vendrán todos aquí, el problema es que los inversores y grandes contribuyentes que quieren pagar impuestos salvajemente altos suelen ser la excepción.

 

 

Podría pensarse equivocadamente, sin embargo, que somos un infierno fiscal para los grandes contribuyentes (cosa que ya sería un error) pero que para los contribuyentes normales Navarra es un lugar ideal. Nada más lejos de la realidad. Ya sea que lo miremos por el lado del mínimo personal y familiar, en el que ocupamos el puesto 11, ya sea por el lado de los tramos de renta bajos, donde ocupamos el puesto 17, o por el de las deducciones por familia numerosa, yéndonos otra vez al puesto 11, aquí nadie se salva de vivir en el infierno, ni por arriba ni por abajo.

 

Lo del Rubius puede parecer una anécdota, pero el hecho es que hay sitios de los que la gente pujante y con éxito se marcha y sitios a los que llega. Tener unos impuestos altos no significa automáticamente tener unos buenos servicios públicos, primero porque hay que gestionar bien el dinero público. Por más dinero que se recaude, si se gestiona mal los servicios públicos serán malos. Navarra recauda más que nunca y tiene más listas de espera que nunca, más inseguridad que nunca y más paro que casi nunca.

 

No todo es recaudación. Subir impuestos no puede ser la respuesta automática a que al estado no le llegue el dinero porque gestiona mal. Gestionar mal es desde tener estructuras duplicadas o ineficientes (a menudo duplicadas e ineficientes) a pagar 130 por una mesa que vale 100, pero también a pagar a unos empleados 130 por un trabajo que fuera del sector público se paga a 100. También es gestionar mal tener 14 empleados para un trabajo que en el sector privado lo hacen 10. Así nunca los impuestos son lo bastante altos, las cosas nunca funcionan y nunca hay suficiente dinero para pagar.

 

Subir impuestos tampoco es necesariamente la mejor respuesta a asegurar el estado del bienestar porque, como sabemos desde que Laffer dibujó su curva en una servilleta, más impuestos no necesariamente significa aumentar la recaudación, y porque una economía asfixiada por los impuestos no crece. La recaudación tiene que crecer porque crezca el tamaño de la tarta, no porque el gobierno se lleve cada vez un trozo más grande de una tarta que no crece. Pero para eso hay que hacer crecer la tarta, mientras que para subir los impuestos basta con ser un inútil.

 

Institución Futuro
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