Ana Yerro, directora de Institución Futuro, pone el Punto final al programa “Más de uno Pamplona” con una reflexión sobre la educación financiera con motivo de su Día Internacional.
La semana pasada se celebró el día mundial de la educación financiera, una efeméride para muchos ciudadanos desconocida. Pero la financiera es una educación que necesitamos, a la vista de los datos, como el aire que respiramos. Hace unos días leía la noticia de que la mitad de los españoles desconoce que la sanidad pública se financia con sus impuestos. Al parecer piensan que se paga, total o parcialmente, con las cotizaciones del colectivo de trabajadores.
Por su parte la Comisión Europea, tras medir con preguntas prácticas sobre el interés compuesto, la inflación o los riesgos de invertir en determinados productos, ha concluido que nuestro país es el cuarto por la cola con menores conocimientos, tras Rumanía, Portugal y Chipre.
El Banco de España también ha publicado una encuesta de competencias financieras, con resultados también muy mejorables. Poco más de la mitad de la población comprende estos tres términos: inflación, interés compuesto y diversificación del riesgo.
Los jóvenes españoles de 16 años, según indica el informe educativo PISA 2022, no están familiarizados con conceptos como depreciación, retorno de la inversión o diversificación.
Creo que no podemos aspirar a que todos y cada uno de los ciudadanos seamos inversores expertos, brokers que nos movamos por el Nasdaq o el Nikkei o el Ibex con soltura. Ojo, que cuantos más haya, bienvenidos.
Estoy pensando en que el joven que comienza a trabajar sepa interpretar su nómina. Que entienda que de lo que gana en bruto se le restan cotizaciones sociales. Me imagino también a los contribuyentes, siendo conscientes de que el dinero público sí tiene dueño, y conociendo qué se financia con ellos (sanidad incluida). O, por ejemplo, sabiendo entender la declaración de la renta, interesándose por cómo se emplea el dinero público y pidiendo cuentas sobre su uso.
En definitiva, ojalá cultivemos más nuestra educación financiera o cultura fiscal. Por nuestro propio bien.
Acceso íntegro a la noticia