Boletín 7 Días CEN, 21 de enero de 2011
José Luis Malo de Molina, DG del Servicio de Estudios del Banco de España
“La economía española está en un proceso de ajuste y reequilibrio, difícil y complicado, que, además, condiciona que el ritmo de crecimiento, a corto plazo, vaya a ser reducido, pero que es requisito para que éste se reanude a medio plazo”. Así lo transmitió el director general del Servicio de Estudios del Banco de España, José Luis Malo de Molina, durante la conferencia “Ajuste y reequilibrios de la economía española”, que organizó la Institución Futuro, en la sede de la Confederación de Empresarios de Navarra (CEN).

Según el experto, la economía europea se ha adentrado en la tercera fase de la crisis, después de la crisis financiera y la crisis en la economía real, ha llegado la que afecta a la deuda soberana, y “que se ha cebado particularmente en Europa y se ha centrado en los países más vulnerables: los periféricos” (entre los que se encuentra España). Así, nuestro país tiene que enfrentarse, por primera vez, a un ajuste sin tener moneda propia, es decir, “sin acudir a la devaluación”.

En este sentido, Malo de Molina consideró que 2010 fue un “año de prueba para la economía española, que tenía la necesidad de corregir ciertas fragilidades”. Concretamente, el ponente identificó las siguientes pruebas que han evaluado nuestra economía: si la flexibilidad de salarios, costes y precios era suficiente como para compensar la carencia del tipo de cambio; en qué medida se podía dar una corrección suave del sector inmobiliario; si el mercado de trabajo iba a ser suficientemente flexible para mover los recursos sobrantes del sector inmobiliario hacia actividades alternativas; si nuestra situación fiscal era sostenible en situaciones adversas; y si el sistema financiero era suficientemente fuerte para asumir estos cambios.

"Los resultados de la prueba no han sido satisfactorios"

Sin embargo, “los resultados de la prueba no han sido satisfactorios”, señaló Malo de Molina. Por ejemplo, nuestra rigidez del mercado laboral ha provocado que nuestra contracción del empleo haya sido “muy superior” a la propia contracción económica. “Hemos afrontado el ajuste económico, expulsando trabajadores de las empresas”, lamentó éste. Respecto al ajuste del sector inmobiliario, el experto también señaló la abrupta caída del sector, “en dos años, la inversión inmobiliaria, ha quedado por los suelos”, a su vez, también recordó que, ya en 2002, “el Banco de España dijo que había un problema de exceso inmobiliario y sobrevaloración de la vivienda”, y que, “si no se frenaba la expansión del sector, la corrección sería dura”.

La situación de nuestras cuentas públicas también mostró un grave deterioro, a causa de “los efectos de la crisis y las políticas de gasto público que se tomaron para hacerle frente”. Así, pasando de una situación de superávit, “hemos retrocedido a un déficit a niveles de hace ocho años”. Paralelo a esto, se ha dado un elevado crecimiento de la deuda pública. Por otra parte, el sector bancario, “resistió bien los primeros embates de la crisis”, entre otros motivos, “al no haber entrado en la dinámica de los activos tóxicos”, pero sí fue afectado por la crisis, al haber estado “implicado” en el proceso de expansión del sector inmobiliario.

La crisis de la deuda soberana

En este contexto, estas “fragilidades” se convirtieron en factores de “vulnerabilidad” cuando explotó la deuda soberana. En Grecia, emergió un “gravísimo problema”: a causa del deterioro de su deuda pública, se “suscitó la duda acerca de si podría darse que un país europeo no pudiera hacer frente a sus compromisos de pago por la deuda contraída”.

“Los mercados empezaron a centrar su vigilancia sobre este país y sobre otros con situaciones parecidas de su deuda”, incluso el contagio llegó a los bancos con inversiones en estos países. Esto generó un problema en la gobernanza del área del euro y “llegó a desatar la especulación acerca de la posibilidad de que la eurozona no fuera suficientemente estable” y, en consecuencia, los mercados “penalizaron” la deuda pública de algunos países. Frente a esta amenaza, “hubo que arbitrar una respuesta excepcional a nivel de las instituciones europeas y de los Gobierno concernidos” y crear un “mecanismo de apoyo” para evitar que situaciones en los que la “mera sospecha” pudiese desencadenar ese contagio.