Haciéndose eco del informe “Factura Fiscal de los Hogares Españoles”, elaborado por el Consejo General de Economistas de España, el think tank Institución Futuro aborda en su último boletín los tributos que gravan a los hogares en España, no solo los impuestos directos, como el IRPF, sino también los indirectos, como el IVA o los impuestos especiales, relacionados con el consumo de los hogares, u otros como los que se aplican sobre el factor trabajo (la parte de las cotizaciones sociales que paga el trabajador).
El informe resulta de lo más oportuno en un momento en que tanto se habla sobre los bulos y tanto se ha discutido sobre los impuestos que realmente están pagando los españoles al estado, En este sentido, la conclusión del informe es que la factura fiscal mensual de los hogares españoles más representativos oscila entre el 30,9% y el 35,3%. En concreto, tomando como ejemplo a una familia formada por una pareja con dos hijos y una renta mensual de 3.639,8 euros, ésta abona en impuestos 1.153,4 euros -lo que equivale al 31,7% de su renta- y dispone “para ella” de 2.483,3€ -lo que equivale al 68,3%-. Siguiendo con los ejemplos, un soltero sin hijos con una renta mensual de 1.733,3 euros paga el 33,6% en impuestos; una familia con un hijo con una renta de 3.199,8 euros, el 30,9%; y una familia sin hijos con una renta de 2.599,8 euros -el perfil más gravoso- el 35,3%.
Como se puede apreciar, las cifras exceden en mucho las que algunos políticos y medios de izquierda han pretendido durante las últimas fechas, pero que quien decida sobre la veracidad de lo que lee sea el lector y no la inquisición gubernamental. Eso sí, si además de a todo lo reseñado añadimos las cotizaciones sociales que paga la empresa por el trabajador, resulta que de ese 30-35% podríamos pasar a un 40-45%, lo que nos pondría ante la radiografía real y ante el empobrecimiento perceptible que está padeciendo el trabajador español. Es una ficción no considerar las cotizaciones sociales que paga la empresa como un impuesto al trabajador porque al final para la empresa el coste de contratar a un trabajador es la suma de su salario más las cotizaciones. Tanto le da a la empresa pagar todo eso al trabajador como pagar una parte al trabajador y otra al gobierno. Lo que pasa es que el gobierno prefiere que el trabajador no vea todo lo que le quita el gobierno y que el empresario haga de recaudador.