Expansión, 18 de septiembre de 2004
Julio Pomés, Director de Institución Futuro
La existencia de un modelo único de enseñanza favorece la manipulación política. Los ciudadanos somos los que pagamos impuestos y tenemos derecho a una pluralidad que recoja las demandas legítimas.
La existencia de un modelo único de enseñanza favorece la manipulación política. Los ciudadanos somos los que pagamos impuestos y tenemos derecho a una pluralidad que recoja las demandas legítimas.
La educación de nuestros hijos es un asunto demasiado importante para dejarlo en manos de los políticos. Posibilitar la diversidad educativa de enseñanza mixta o diferenciada es un derecho irrenunciable de las familias. La Historia enseña que las actuaciones de los políticos en la escuela sirven con frecuencia a sus intereses partidistas. La existencia de un único modelo de enseñanza facilita la manipulación. Los ciudadanos somos los que pagamos impuestos, y tenemos derecho a una pluralidad educativa que recoja demandas legítimas. Uno de los atropellos que padecen algunas familias es la imposición de la enseñanza mixta en unas edades en que los especialistas cuestionan la validez pedagógica.

En algunas comunidades autónomas gobernadas por el socialismo se ha intentado negar conciertos económicos a los colegios que optan por la enseñanza diferenciada. Bajo excusas burocráticas o ‘progresistas’ se advierte un tufillo antirreligioso que huele a sectarismo trasnochado, en la línea del adoctrinamiento laicista que ‘predica’ Zapatero. Algunos padres, cuando escogen un colegio masculino para sus hijos, y uno femenino para sus hijas, lo hacen por considerarlo el más adecuado para la transmisión de un ideario. Otros, para los que los valores no representan el elemento determinante en la elección de escuela, lo hacen por razones pedagógicas; sobre éstas, como pedagogo, me voy a extender.

Tendencias internacionales
Merece la pena revisar los resultados de algunas investigaciones sobre la coeducación. La ‘National Foundation for Educational Research’ encargó hace un par de años un estudio para evaluar el rendimiento académico de los colegios mixtos y de los de educación diferenciada en Reino Unido. La investigación descubrió que tanto las chicas como los chicos obtenían mejores resultados en las escuelas separadas que en las mixtas. El ‘Australian Council for Educational Research’ hizo público un estudio similar. Los resultados, fruto del análisis de más de 270.000 alumnos, en 53 asignaturas, demostraban que los alumnos de educación diferenciada obtenían calificaciones entre un 15% y un 22% más elevadas que las de los alumnos de centros mixtos. En los landers de Berlín y Westfalia, por iniciativa de los ‘verdes’ y los socialistas, y con el apoyo del feminismo, después de una seria investigación, se han autorizado clases separadas en algunas asignaturas, al constatar que la separación refuerza la autoestima de los estudiantes y mejora el aprendizaje. En Estados Unidos, el Gobierno está favoreciendo la apertura de centros públicos de educación separada. Por último, en Francia, Michel Fize, un reconocido sociólogo del ‘Centre National de la Recherche Scientifique’, crítica con dureza en sus libros la escuela mixta.

La educación separada por sexo pretende dar respuesta al diferente ritmo de aprendizaje y a las peculiaridades evolutivas de cada sexo, sobre todo en la adolescencia. Es sabido que entre los 10 y los 13 años las chicas se desarrollan biológica y psíquicamente más deprisa, y que, luego, entre los 14 y los 17, la de los muchachos es más rápida. Una enseñanza que no contemple el diferente momento en que se encuentran chicos y chicas es una oportunidad perdida para un enriquecimiento cognitivo. En la educación diferenciada, muchachos y muchachas se separan con el objeto de optimizar las potencialidades que encierra cada persona. Una educación igualitaria frena la aparición de algunas de las cualidades más distintivas de la personalidad, en un momento único para el desarrollo de las aptitudes y actitudes intelectuales. Una enseñanza homogénea propicia individuos con una mentalidad uniforme. Una educación diversa consigue personas creativas y emprendedoras.

Respecto a la escuela mixta, para que funcione bien, el profesorado tiene que esforzarse por evitar actitudes que perjudican el aprendizaje. Por ejemplo, la discriminación de las alumnas por parte de sus compañeros varones, la mayor indisciplina por parte de éstos y las distracciones entre adolescentes que tienen como motivo el sexo. Cuando la coeducación se descontrola aparece la promiscuidad y la voluntad de los alumnos se descentra del objetivo de la escuela: educar. En resumen, la coeducación perjudica a las chicas y no beneficia a los chicos, razón por la que algunos movimientos feministas apoyan una educación diferenciada que garantice la igualdad de oportunidades de las mujeres.

Libertad sí, evaluación también
Hay también investigadores serios que defienden la coeducación. Aluden a que, cuando ésta se hace bien, las diferencias en los resultados académicos son reducidas. Aunque sus razones sean menos contundentes, defiendo la existencia de las escuelas mixtas por la misma motivación que las diferenciadas: proteger la diversidad de la oferta y la libertad de los que las deseen. El Ministerio y las Consejerías de Educación deberían evitar el intervencionismo innecesario y centrarse en el establecimiento de unas buenas pruebas de evaluación nacionales que mostraran públicamente la calidad del aprendizaje que cada colegio consigue. Libertad sí, pero exámenes también, para que así se actúe con responsabilidad.