Diario de Navarra, 24 de septiembre de 2006
Julio Pomés, Director de Institución Futuro
Las vicisitudes del sector del automóvil en España y los duros momentos de la negociación de la ensambladora de vehículos de Landaben no deben llevarnos a lamentos estériles sino a espabilarnos para asegurar nuestro bienestar.
La mejor alternativa para que Navarra no dependa tanto de Volkswagen es que vengan muchas pymes valiosas a nuestra tierra. Conviene advertir que la riqueza de Estados Unidos proviene sobre todo de sus millones de pequeñas empresas.
¿Qué pymes nos hacen falta? Es obvio que las empresas que necesitamos pertenecen a sectores tecnológicos de gran valor añadido. Aunque las políticas económicas del Ejecutivo foral para fomentar la inversión en I+D+i son acertadas, el problema de la competitividad no se resuelve únicamente a golpe de talonario o deducción fiscal. Para que esa inversión sea rentable hace falta disponer de mucho talento, y ahí nuestra pequeña población no tiene masa crítica.
¿Qué hacer para atraer talento? Los catalanes ya tienen una agencia de captación de talentos y los vascos han iniciado un proyecto similar, pero esta solución no es viable para Navarra por el coste que representa para nuestra reducida dimensión económica, razón que me mueve a sugerir opciones asequibles.
La primera medida para captar buenos cerebros es acudir al lugar donde se sabe que hay una pequeña empresa con futuro en fase embrionaria y ofrecerle unas condiciones excepcionales para que le resulte interesante mudarse a Navarra. Miguel Sanz trajo de su viaje a Estados Unidos un contrato prometedor. Obviamente este procedimiento puede cazar algún mirlo blanco, pero necesitamos una gran bandada si queremos promover el nuevo tejido empresarial que Navarra necesita, ese que asegura la competitividad en el largo plazo porque se sabe renovar a sí mismo.
Un segundo incentivo puede ser ofrecer becas generosas a acreditados talentos españoles en el extranjero, especialistas en un área aplicada y con una edad entre los treinta y los cuarenta años, para que vengan. Quizás las ofertas de perfiles debieran hacerlas las compañías que más invierten en I+D+i, comprometiéndose a cofinanciar con la Administración un contrato atractivo. Otras compañías que podrían estar interesadas son las sociedades navarras de capital riesgo, que han demostrado acierto en su selección de inversiones. El Programa ministerial Torres-Quevedo, aunque intenta también captar tecnólogos, no ha logrado el retorno de los que interesan. Un detalle importante para atraer a los valiosos es conseguir que la vivienda en Pamplona tenga precios razonables. Tener que entramparse de por vida para poder trabajar aquí desanima a venir.
Mi tercera propuesta es una convocatoria foral de préstamos del 50% para que los titulados que tengan un buen dominio del inglés puedan formarse en las instituciones de investigación aplicada de excelencia. Estos centros serían seleccionados por las empresas que abonasen la otra mitad. De otro lado los beneficiados se comprometerían a trabajar un par años tras su especialización en la empresa que les patrocinara.
Un cuarto modo de elevar el nivel tecnológico es invitar a grandes expertos a estancias cortas. Incluso sería interesante propiciar que gente con buenas ideas residente en España viniera de modo sistemático a Navarra a dirigir proyectos I+D+i. También es fundamental que las muchas celebridades geniales que viven en Madrid, tan necesarias para motivar colectivamente, pudieran invertir una jornada completa sin forzarles a dormir en Pamplona o acudir tan sólo el tiempo preciso para impartir una conferencia. Esto ahora es arduo mientras no exista un avión de retorno a Madrid a una hora tardía.
Navarra debiera distinguirse porque tiene un efecto llamada distinto al resto de España: el de la inteligencia.
¿Qué pymes nos hacen falta? Es obvio que las empresas que necesitamos pertenecen a sectores tecnológicos de gran valor añadido. Aunque las políticas económicas del Ejecutivo foral para fomentar la inversión en I+D+i son acertadas, el problema de la competitividad no se resuelve únicamente a golpe de talonario o deducción fiscal. Para que esa inversión sea rentable hace falta disponer de mucho talento, y ahí nuestra pequeña población no tiene masa crítica.
¿Qué hacer para atraer talento? Los catalanes ya tienen una agencia de captación de talentos y los vascos han iniciado un proyecto similar, pero esta solución no es viable para Navarra por el coste que representa para nuestra reducida dimensión económica, razón que me mueve a sugerir opciones asequibles.
La primera medida para captar buenos cerebros es acudir al lugar donde se sabe que hay una pequeña empresa con futuro en fase embrionaria y ofrecerle unas condiciones excepcionales para que le resulte interesante mudarse a Navarra. Miguel Sanz trajo de su viaje a Estados Unidos un contrato prometedor. Obviamente este procedimiento puede cazar algún mirlo blanco, pero necesitamos una gran bandada si queremos promover el nuevo tejido empresarial que Navarra necesita, ese que asegura la competitividad en el largo plazo porque se sabe renovar a sí mismo.
Un segundo incentivo puede ser ofrecer becas generosas a acreditados talentos españoles en el extranjero, especialistas en un área aplicada y con una edad entre los treinta y los cuarenta años, para que vengan. Quizás las ofertas de perfiles debieran hacerlas las compañías que más invierten en I+D+i, comprometiéndose a cofinanciar con la Administración un contrato atractivo. Otras compañías que podrían estar interesadas son las sociedades navarras de capital riesgo, que han demostrado acierto en su selección de inversiones. El Programa ministerial Torres-Quevedo, aunque intenta también captar tecnólogos, no ha logrado el retorno de los que interesan. Un detalle importante para atraer a los valiosos es conseguir que la vivienda en Pamplona tenga precios razonables. Tener que entramparse de por vida para poder trabajar aquí desanima a venir.
Mi tercera propuesta es una convocatoria foral de préstamos del 50% para que los titulados que tengan un buen dominio del inglés puedan formarse en las instituciones de investigación aplicada de excelencia. Estos centros serían seleccionados por las empresas que abonasen la otra mitad. De otro lado los beneficiados se comprometerían a trabajar un par años tras su especialización en la empresa que les patrocinara.
Un cuarto modo de elevar el nivel tecnológico es invitar a grandes expertos a estancias cortas. Incluso sería interesante propiciar que gente con buenas ideas residente en España viniera de modo sistemático a Navarra a dirigir proyectos I+D+i. También es fundamental que las muchas celebridades geniales que viven en Madrid, tan necesarias para motivar colectivamente, pudieran invertir una jornada completa sin forzarles a dormir en Pamplona o acudir tan sólo el tiempo preciso para impartir una conferencia. Esto ahora es arduo mientras no exista un avión de retorno a Madrid a una hora tardía.
Navarra debiera distinguirse porque tiene un efecto llamada distinto al resto de España: el de la inteligencia.