Diario de Noticias, 23 de diciembre de 2017
Miguel Canalejo, vicepresidente de Institución Futuro

La Comisión Europea define la competitividad regional como la habilidad de ofrecer un entorno atractivo y sostenible para que empresas y personas vivan y trabajen. Aunque las regiones no compiten en sentido estricto, lo hacen sus empresas: la competitividad de éstas viene determinada, de una manera fundamental, por el entorno socioeconómico del país y de la región donde operan.

A veces no somos conscientes de la importancia de la competitividad, que es la causa del futuro crecimiento económico y, por lo tanto, de los niveles de renta, empleo y bienestar que disfrutaremos los ciudadanos en el futuro. Por eso analizar hoy las fortalezas y debilidades de nuestro entorno socioeconómico permite anticipar cuáles serán nuestros hechos económicos futuros.

La competitividad de España, la que muestran los tradicionales índices internacionales que la miden anualmente, se deterioró muchísimo como consecuencia de la gravísima crisis económica que sufrimos a partir del año 2008, tocando fondo en los rankings en el año 2013. El mismo origen tiene el deterioro de la competitividad de Navarra en ese periodo.

En Institución Futuro hemos analizado la competitividad de la Comunidad Foral respecto al resto de regiones españolas y europeas, para poner negro sobre blanco la realidad de nuestra región. Los resultados, tomados de datos de 2013, no son positivos: Navarra ha descendido en tres años 17 puestos en el ranking regional europeo de competitividad, hasta situarse en el puesto 148º de 263 regiones estudiadas. El que Navarra mantenga el tercer puesto dentro del ranking de competitividad a nivel nacional, detrás de Madrid y País Vasco, que son nuestros principales competidores locales, no debería llevarnos a la autocomplacencia. Aún hay mucho que mejorar, y para ello deberíamos fijarnos en quienes tenemos por delante, dentro y fuera de España.

De los nueve indicadores estudiados, Navarra destaca muy positivamente en las áreas de salud y en educación superior y formación continua. Ahora bien, resultan preocupantes los datos referidos a las infraestructuras, la sofisticación empresarial y las instituciones.

El área de infraestructuras resulta de suma importancia. Las infraestructuras buenas, modernas y efectivas contribuyen a la eficiencia económica y a la equidad territorial, impulsan el potencial económico local y facilitan el acceso a mercados y recursos. Por desgracia, en el estudio elaborado se confirma la mala posición de Navarra en los cuatro indicadores analizados: el de acceso potencial a autovías y autopistas; el de acceso potencial a ferrocarriles; el del número de vuelos de pasajeros en un entorno de 90 minutos conduciendo; y el de intensidad de la alta velocidad ferroviaria. Somos la región 163 de las 263 regiones europeas analizadas, y estamos mucho peor que nuestros competidores locales, Madrid y País Vasco.

El indicador de infraestructuras mejorará, sin duda alguna, conforme el aeropuerto de Pamplona acoja más vuelos (en noviembre de 2017 comenzaron los vuelos internacionales a Frankfurt de la mano de Lufthansa). Asimismo, y más a largo plazo, el que el corredor ferroviario de alta velocidad entre la “y” vasca, Pamplona, Castejón y Zaragoza esté completo en 2023 será toda una ventaja competitiva para Navarra.

Respecto al nivel de sofisticación empresarial, cabe subrayar que éste es un claro determinante del nivel de productividad de la economía y de la capacidad de competir de las empresas. Y esto es así porque el tamaño tiene mucho que ver con la calidad de la gestión, con la inversión en innovación, con la atracción de talento, con la capacidad de acceder al crédito y a internacionalizar el negocio. Por desgracia, Navarra aún tiene un largo recorrido de mejora en esta área, debido a el pequeño tamaño de nuestras empresas en lo que a número de empleados se refiere: tan solo el 0,2%, lo que equivale a 69 compañías, tiene más de 250 trabajadores. La necesidad de que las compañías aumenten de tamaño exige que se eliminen barreras regulatorias, burocráticas y fiscales que dificultan el mismo, y que se fomente al máximo la colaboración de las PYMES en los temas clave dentro de sus asociaciones sectoriales.

Finalmente, el funcionamiento de las instituciones. La crisis económica hizo un enorme agujero en las cuentas públicas de Navarra. Desde su inicio, hace más de diez años, los sucesivos Gobiernos, a pesar de sus muchos esfuerzos, han sido incapaces de cerrar un presupuesto sin déficit. La consecuencia de lo anterior es que la deuda pública se ha multiplicado por siete, alcanzando el 19,3% del PIB regional. Esto es una gran debilidad competitiva que hace vulnerable a nuestra economía y al estado de bienestar que disfrutamos, nuestra principal fortaleza, ante restricciones exógenas del crédito o a subidas de los tipos de interés.

Como ya hemos dicho en repetidas ocasiones, la solución al problema del déficit no debe ser la subida continua de ingresos, vía impuestos a empresas y particulares, sino la reducción de gastos de la administración regional. Y esto es así, de nuevo, porque la subida de impuestos en Navarra amenaza gravemente nuestra competitividad. Nuestros principales competidores locales, Madrid y el País Vasco, van justamente en la dirección contraria. Si no corregimos pronto esta deriva, vamos a perjudicar el crecimiento económico, la inversión, la atracción de talento emprendedor y la creación de empleo.

Somos conscientes de que reducir gastos no es fácil, pero lo han hecho durante la crisis las empresas navarras. Contrasta cómo se ha comportado, durante la misma, el empleo público y el empleo privado. La administración ha recuperado ya el empleo y los salarios de antes de la crisis. En el sector privado tenemos todavía 25.000 parados más y no se ha recuperado el nivel de salarios unitarios de antes de la crisis. Debemos exigir, desde la sociedad civil, mayores esfuerzos en la mejora de la eficacia en la gestión de los servicios públicos que se nos prestan.

Para concluir, nuestra mayor preocupación cara al futuro es de orden cualitativo: la visión pesimista que reflejan los empresarios navarros, en todas las encuestas. Es crítico recuperar su confianza en el futuro del que necesariamente tienen que ser protagonistas, porque son las empresas las que creciendo, compitiendo, crean empleo y pagan impuestos. Por eso necesitamos que se sientan valorados, que se les escuche en todas las reformas futuras que puedan afectar a la competitividad de Navarra… en síntesis, que se sientan partícipes del esfuerzo colectivo que tendremos que realizar todos los navarros para lograr un desarrollo inclusivo, sostenible, y ejemplar de nuestra querida tierra, en un mundo globalizado y en continuo cambio.

Institución Futuro
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