NavarraInformacion.es, 12 de marzo de 2018
Artículo de Miguel Cornejo, economista y responsable de Asociaciones y Entidades en Ciudadanos Navarra, con información de Institución Futuro

La cifras económicas de Navarra esconden una tendencia a largo plazo bastante preocupante. Navarra tiene un pulmón industrial mucho más grande de lo habitual, y no es sólo por la Volkswagen. Algunas vinieron al calor de una política de desarrollo en los años 60 y 70 que ofrecía “agua, espacio, y diez años sin impuesto de sociedades”. Otras se crearon aquí.

Navarra fue una vez una tierra de empresarios (un “emprendedor” sólo es un empresario de primera generación), desde la máquina herramienta a las conservas o los colchones.  Había un tejido empresarial local muy fuerte. Eso se tradujo en mucho empleo industrial, un empleo más cualificado y mejor pagado que en otros sectores, y también en unos ingresos fiscales muy saludables. Tener una empresa grande en el pueblo es de lo mejor que le puede pasar a las cuentas del Ayuntamiento, y Lesaca es un magnífico ejemplo (gracias a Laminaciones, hoy parte de Arcelor Mittal, tiene una infraestructura social impresionante). La industria, además, es menos cíclica que los servicios. Aguanta mejor las crisis.

Pero con el crecimiento y la globalización, algunas de esas empresas cambiaron su foco y otras fueron compradas progresivamente por competidores de fuera de Navarra. A día de hoy, si no contamos Viscofán, Jofemar, MTorres, CINFA, Virto o Congelados de Navarra, las empresas grandes de capital navarro y sede en la Comunidad caben en un Volkswagen Polo.

Cuando una empresa ya no tiene sede en Navarra, lo único que le une a la comunidad es una planta productiva. Que puede ser más o menos eficiente, puede recibir más o menos inversiones, pocas veces es el foco de innovación de la empresa, y puede sustituirse. Recordemos el susto que ha dado Opel al cuestionar el futuro de la fábrica de Figueruelas. La política fiscal actual navarra no anima a invertir aquí: no es competitiva con vascos, riojanos ni (mucho menos) madrileños. Y se está notando.

Las últimas cifras del GEM2016 apuntan en la misma dirección, y aún más. Quizá por eso, disponiendo de ellas desde otoño de 2017, el Gobierno de Navarra no se ha molestado en presentarlas.

La proporción de personas trabajando en nuevas empresas en Navarra (TEA) es de las más bajas de España y Europa. El nivel de innovaciónde la mayoría de las que hay tampoco es para lanzar cohetes.

Con indicadores objetivos en la mano (RIS2017 de la UE), hoy estamos igual o peor que cualquiera de nuestros vecinos.

No hay que desdeñar las empresas de baja innovación. También crean valor y puestos de trabajo. Pero hay que tener claro que donde hay poca innovación normalmente también hay poco margen. Y eso significa sueldos ajustados y poca capacidad de inversión y crecimiento.

Hay muchos factores que contribuyen a este declive, y la globalización sólo es uno de ellos. La mayoría tienen cura, o al menos se pueden intentar paliar.

Uno es el fin de una generación. Las fortunas discretas que jugaban a cartas en la Plaza del Castillo o charlaban en Napardi ya no están ahí; unos por ley de vida y otros porque huyeron con sus familias de la presión terrorista. Buena parte de sus hijos no viven en Pamplona, y en su lugar tenemos muchos profesionales bien pagados, pero menos empresarios: para tener una de las rentas más altas de España, Navarra tiene muy pocas fortunas viviendo en ella. Ese tejido y esas partidas de cartas fueron fundamentales para financiar el comienzo de muchas nuevas empresas. Y aunque existe una tímida red de “business angels” navarros, no es lo mismo.

La políticas de promoción del emprendimiento existen, hasta cierto punto. La formación que da CEIN es buena, aunque no es lo mismo que apoyo continuado. Hay distintas iniciativas, como el Registro de Entidades Emprendedoras y su desgravación fiscal, que tienen sentido aunque se conozcan muy poco. Hay iniciativas para inculcar en niños que emprender es una opción. Como si el problema fuera sólo “cultural” y no de oportunidades. La gente emprende cuando lo ve viable. Emprende mucho más quien tiene empresarios en su círculo familiar o de conocidos porque eso brinda oportunidades.

Del mismo modo, es más fácil que una empresa siga siendo familiar y local si se les ayuda a formar relevos generacionales. Cuando ese relevo no existe, la empresa se vende. Y no sólo cambia de prioridades la empresa, también se pierde una saga empresarial… y las que se podrían derivar de ella.

Si no hay suficientes inversores particulares, hacen falta instrumentos de inversión institucional. Sí, hay sociedades de garantía reciproca. Sí, hay un fondo de capital riesgo. Sí, está Sodena. Y la Fundación Caja Navarra. Y hasta la UNAV. Pero Clave Mayor se centra en empresas ya en marcha, la inversión de Sodena está casi paralizada desde el cambio de gobierno (con excepciones como Orizont), la Fundación aún más, y la UNAV invierte en (pocos) proyectos internos. Está la Caixa, pero no tiene el foco en Navarra como lo tenía Caja Navarra.

Hay algunas medidas de ayuda práctica. La Comunidad tiene un certamen anual que premia con 6.000 euros a la mejor idea para una nueva empresa. Está muy bien, pero muy por debajo del coste de puesta en marcha de casi cualquier cosa. Pamplona organiza un concurso para ideas de nuevos comercios, de nuevo dotado con mucho menos dinero del necesario. Sin embargo, hay otros ayuntamientos con ayudas mucho más serias al emprendimiento y la contratación, tanto en efectivo como en forma de locales.

Otro factor es el cambio de tercio. Los “yacimientos” actuales, las áreas donde se pueden levantar nuevos negocios, están en mercados o se basan en tecnologías que la vieja generación desconoce y en la que no invierte. En parte porque hablar de plataformas online a muchos empresarios navarros es hablarles en chino. Y tampoco es algo que abunde entre los jóvenes, en una ciudad con dos universidades. Porque las ingenierías de la UNAV no están en Pamplona, porque la ingeniería informática de la Pública produce pocos “coders” y muchos gestores de redes, porque no tenemos “telecos”. No tenemos los medios. Y con Nasertic acaparando contratos públicos tampoco los estimulamos.

Navarra invierte bastante en promocionar clústers y ayudar al crecimiento de empresas con base en la comunidad. El gobierno actual ha recuperado las ayudas a la innovación. Eso está muy bien. Pero no basta. Faltan nuevas empresas locales e innovadoras.

Si queremos que Navarra siga siendo un modelo industrial y económico, siga manteniendo un nivel de vida y de ingresos superior a la media nacional, tenemos que ser conscientes de que se lo debemos a una clase empresarial que ya no está, y una industria que ha dejado de estar en manos navarras. Eso es lo que ha financiado Navarra. Eso es lo que hace que Navarra tenga una renta per cápita mayor que la media española, y eso se está perdiendo.

Igual tenemos que replantearnos las prioridades. Todo tiene su importancia, pero igual dedicar cientos de miles de euros a promocionar el vascuence en Burlada no es tan importante como ayudar a establecerse a nuevos negocios (como hace el Valle de Egués), sean o no de jóvenes. Igual remozar los Caídos de Pamplona con 13 millones de euros (http://www.navarrainformacion.es/2018/03/07/por-13-millones-de-euros/) no es tan importante como financiar 200 nuevas empresas, con dinero de verdad. Por poner dos ejemplos.

E igual hay que hacer mejor las cosas con la libertad fiscal que tenemos. Singapur bonifica a los inversores en startups con deducciones del 50% de su inversión (con un límite), casi el doble que aquí; en EEUU, si un inversor (cualificado para la Sección 1244) pierde dinero en una startup, puede deducirse parte de las pérdidas. Invertir siempre tiene riesgo, y eso es sano, pero si asumimos que hacerlo nos beneficia a todos y lo tratamos como es debido, igual se reactiva Navarra.

Institución Futuro
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