A día de hoy, cuando todavía estamos soportando unas cifras de paro elevadas, especialmente juvenil, estamos viviendo la absurda situación de que un elevado porcentaje de empresas está teniendo dificultades para encontrar y poder contratar a trabajadores con la especialidad o competencias que ellas necesitan.

Nadie se considera responsable de esta injusta situación que dificulta que las empresas contraten al personal que necesitan, pero está afectando de forma negativa a toda una generación de jóvenes. Se podría explicar haciendo un símil empresarial: los centros de formación son factorías que producen un producto -que es el titulado- que va a un mercado -que es la sociedad. No tiene sentido que estemos dedicando recursos para producir algo que nuestro mercado no necesita, y que por tanto o bien lo infrautilizamos, dedicándolo a otros menesteres que no requieren las características que posee, o bien lo exportamos, dejando a nuestros clientes tradicionales sin servirles el producto o servicio que necesitan.

Esto que en la actualidad está ocurriendo es injusto para los ciudadanos: empleamos su dinero en formar excelentes profesionales para que otros países, sin soportar coste alguno, se beneficien. Al mismo tiempo, es frustrante para los jóvenes que intentan iniciar su vida profesional, ya que no encuentran un trabajo adecuado a su titulación, conseguida con esfuerzo y coste económico, y es malo para el desarrollo de nuestras empresas, ya que no pueden disponer de los profesionales que necesitan.

Esta situación es preocupante porque la digitalización y el resto de avances tecnológicos están cambiando de manera acelerada el modo de producir, de consumir, de trabajar, de competir y, en definitiva, de vivir. Si queremos mantener vivas a nuestras empresas, sosteniendo e incluso aumentando los niveles de empleo actuales, no tenemos mas remedio que compaginar la formación de nuestros jóvenes con las necesidades de las empresas, para de este modo poder seguir compitiendo con éxito.

Esta situación es generalizada en toda España, pero cobra especial relevancia en Navarra, comunidad con mayor peso de la industria en su PIB, y donde por tanto la incidencia de los cambios que se prevén va a ser más acusada. Todo lo que se pueda automatizar y digitalizar se hará para poder seguir compitiendo, de manera que van a desaparecer muchos puestos de trabajo a la vez que aparecerán muchos otros nuevos. Alfredo Redondo, CEO de la multinacional Altitude Software, afirmaba en un reciente evento celebrado en Pamplona que el 85% de los trabajos que habrá en 2030 no existen a día de hoy. Por eso necesitamos incorporar a nuestras empresas personal con la preparación que los nuevos retos tecnológicos exigen, a la vez que también es necesario formar a los trabajadores en activo. En la revolución del talento la formación y preparación de todos los trabajadores en las nuevas competencias resulta fundamental.

Con respecto a las nuevas incorporaciones, la mayor parte de las empresas navarras necesitan contratar personal con titulaciones en especialidades de formación profesional como mecánica, matricería, mecatrónica, electricidad o electrónica, entre otras muchas especialidades. Tenemos por tanto que conseguir cambiar la opinión de la sociedad sobre la formación profesional. La FP es un camino de desarrollo profesional tan bueno como cualquier otro y, por si fuera poco, con más garantías de encontrar trabajo. Por otra parte, es de justicia reconocer que muchos de los empresarios proceden de la formación profesional más que de la universidad.

Otro aspecto importante a desarrollar en Navarra es la formación profesional en la especialidad dual, es decir, combinar en alternancia los estudios en los centros docentes con las prácticas y trabajo en una empresa. El objeto es el de ir adquiriendo conocimientos y competencias al mismo tiempo que se asumen algunas responsabilidades, así como se va conociendo la organización de la producción y el trabajo en equipo. De este modo los conocimientos adquiridos en el centro se asimilan mejor y con mayor rapidez, al participar en el proceso productivo, conviviendo con personas que enseñan y ayudan. En países como Alemania este sistema ha permitido disponer de un tejido industrial muy desarrollado sustentado en plantillas con altos conocimientos y habilidades.

Asimismo, hay que desarrollar programas de formación para ir preparando a las plantillas de las empresas en los nuevos desarrollos tecnológicos que irán incorporando a su proceso de producción. Por desgracia, esta labor no se está realizando en la actualidad con la eficacia y resultados necesarios, ni a nivel estatal ni tampoco en Navarra. La rigidez del sistema y el excesivo protagonismo de la burocracia pública están originando que el actual formato ponga más énfasis en el control, sin importar los resultados y, como consecuencia, no sea útil para las empresas que año tras año pagan la cuota de formación, pero que observan cómo el dinero no se utiliza para este fin y se queda en las arcas públicas.

En definitiva, los jóvenes ya formados no encuentran empleo, las empresas no encuentran al personal con la formación que necesitan, y además la formación de los trabajadores activos tampoco es la adecuada a las necesidades futuras. O actuamos ya o el empobrecimiento de nuestra región y de sus ciudadanos será inevitable.

Institución Futuro
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