Diario de Navarra, 17 de septiembre de 2006
Antonio Garrigues Walker, vicepresidente europeo de la Comisión Trilateral
A sus 72 años pone el reloj vital en hora de futuro, algo que le viene como costumbre heredada de un apellido familiar reconocido por su impulso al proceso de cambio de la dictadura a la democracia en España.
Vicepresidente europeo de la Comisión Trilateral, presidente de honor en España de ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), la rutina de Antonio Garrigues Walker le lleva a saltar de continente con la misma facilidad que preside un consejo de administración, asesora empresas, predica el liberalismo, dirige el bufete Garrigues, Abogados y Asociados -una de las firmas más extensas de Europa con una nómina de casi millar y medio de profesionales- o habla de Ortega y Gasset cuya fundación preside.Ha reflexionado esta semana en Pamplona en la Institución Futuro sobre el momento del liberalismo. Como a todo liberal le molesta que el Estado usurpe espacios de desarrollo de la sociedad civil pero, sobre todo, le preocupa el hartazgo social que inspiran los protagonistas de la política española y el que la ciudadanía arrincone a los políticos como en Italia.

-¿Tiene más peso en el mundo la Trilateral o el trabajo del ACNUR?

-Alguien dijo que la Trilateral es un gobierno del mundo en la sombra y no somos nada de eso. Somos un grupo que intercambiamos ideas a nivel global permanentemente. Hablar con amigos japoneses o americanos sobre lo que pasa es fascinante. El tema de refugiados y el de la emigración se ha convertido en el tema del mundo y en el nuestro.No están las ideas claras y me gustaría que España tuviese claro que la historia se hace por movimiento migratorios. Estados Unidos se hace por la emigración europea.

-¿Qué ideas no están claras?

-La idea que hay que vender, para mi importantísima, es que ningún proceso migratorio ha sido negativo. Que nadie crea que la emigración hacia España ha tenido aspectos negativos. La emigración se autorregula a sí misma. Si en determinado país no hay posibilidades de trabajo deja de ir a ese país. Y España puede absorber bastante más inmigración que la que tenemos. La que hemos tenido hasta ahora ha sido muy buena. La inmigración en el sector de las empresas constructoras e inmobiliarias representa el 85%. España tiene que mirar este fenómeno con interés egoísta, solidario y que sepamos que hemos mejorado en Seguridad Social de manera decisiva.

Soluciones liberales

-¿Qué soluciones aportan ustedes?

– Estudiarla en relación con la longevidad y la natalidad. Lo cierto es que en Europa la gente vive más y cada vez tiene menos hijos. Alguien tendrá que venir a tenerlos, si no el sistema colapsa. Sin inmigración la economía española no hubiera tenido el desarrollo que ha tenido. Lo dice todo el mundo, pero se olvida. Es un tema educativo porque en Europa han surgido gentes que gozan hablando de peligros en la inmigración aludiendo a la desaparición de la cultura. Pero un pueblo que entiende la emigración y se enriquece con culturas ajenas es un pueblo moderno. No tenemos derecho a ser un pueblo retrógrado y negativo. Somos gente buena.

-¿Cómo se concilia globalidad, suma de culturas y cruce de razas con el nacionalismo?

-Malamente. Todos tenemos una patria chica. Nos conectamos con la cultura catalana, andaluza o navarra, pero tenemos que ser coherentes y reconocer el valor de la internacionalidad. Se podrían conjugar todos los sentimientos siempre que aportemos racionalidad. El nacionalismo no me preocupa en ninguna forma, pero el nacionalismo extremo me genera miedo.

-¿Apelando al título de su conferencia en Pamplona, cuál es el momento del liberalismo?

-Es malo, para qué nos vamos a engañar, aunque todo el mundo se quiera llamar liberal. Nuestra doctrina ha sido la más demandada. Cuando empecé la aventura política, fracasada esplendorosamente, siguiendo el modelo alemán, mi idea era que en España hubiera un partido bisagra entre conservadores y socialistas. Esa operación reformista la hicimos mal, de manera prepotente intelectualmente. Todos los partidos hablan de concepciones liberales pero no los aplican. Conservadores y socialistas piensan que un estado fuerte es cosa sana.Los partidos políticos se están convirtiendo cada vez en más sectarios. Que tengamos que convivir todos los días con los enfrentamientos permanentes de los partidos en el poder es de una aburrimiento letal.

Falta de «grandeza ideológica»

-¿Se puede atribuir al aburrimiento el aumento del abstencionismo?

– El otro día explicaba a los partidos que la ciudadanía les está diciendo que hay temas en los que no se puede ser sectario como en terrorismo o inmigración , pero en España ya no hay causas comunes. No hay un tema donde el PP y el PSOE no estén pelándose permanentemente, sean temas autonómicos, centrales, de terrorismo o educación. Desde hace años menciono que España es el peor país en fracaso escolar . ¿No sería bueno que el ciudadano viera una política consensuada? Les daría fuerza.

– Imagínese con capacidad ejecutiva en el Gobierno ¿Qué modificaría de la política de Zapatero?

– Detecto falta de grandeza ideológica. Los políticos viven de imágenes y si su imagen pierde fuerza contratan asesores. El PSOE cambia y anuncia ahora intolerancia inmigratoria y el PP hace lo mismo en otras muchísimas cosas. Vivir en este balanceo de cambios de opinión no es lógico ni justo. Una concepción liberal aportaría a la vida española una mejor reflexión, aunque nadie tiene todas las soluciones. Un liberal cree en los derechos humanos y sabe que no puede haber una política migratoria sin una política de integración en el tejido nacional. Lo que pasa es que es muy cara. Y sin integración estaremos ante una bomba.

Institución Futuro
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