Diario de Navarra, 4 de junio de 2017
José León Taberna, presidente del think tank Institución Futuro

Afirmar que Navarra es una región fuertemente industrializada no debería sorprender a nadie. No en vano, la industria supone casi el 31% del PIB regional, frente al 16% nacional y el 19% de la UE. Asimismo, la industria navarra da empleo a más de 63.000 trabajadores, casi el 23% del empleo regional. La Navarra agraria comenzó a evolucionar a partir de mediados del siglo pasado hasta encontrarse, en la actualidad, con un desarrollo económico envidiable. Un recorrido que ha supuesto un gran esfuerzo para la región y para sus ciudadanos pero que, sin lugar a dudas, ha merecido la pena.

Por eso, por la importancia de la industria para la Comunidad Foral, tampoco es de extrañar que el Gobierno de Navarra presentara en marzo su Plan Industrial de Navarra 2020. Un documento que reconoce a la industria y a su desarrollo como imprescindibles para alcanzar los objetivos de prosperidad económica y social a los que deben aspirar los ciudadanos navarros.

Ahora bien, el citado plan cuenta con una serie de características que, desde el punto de vista de Institución Futuro, son susceptibles de mejora. Para empezar, su principal objetivo resulta poco realista: esperar que el peso de la industria pase del actual 32% del VAB al 33,5% en 2020 parece no tener en cuenta los retos que la industria debe superar. De hecho, sería todo un logro poder mantener a medio plazo el actual peso del sector industrial en el PIB navarro, que como ya se ha comentado, es extraordinariamente elevado si nos comparamos con España y la UE. Así pues, plantear metas más ambiciosas en el contexto competitivo que se anticipa no parece prudente.

El plan se desarrolla a través de 5 Ejes (Desarrollo, Fortalecimiento, Industria 4.0 –digitalización- y Transformación, Cooperación y Contexto), 18 Líneas de trabajo y 64 Acciones. Ahora bien, las acciones propuestas tienen desigual impacto en los fines que se buscan. Sería conveniente priorizarlas, atendiendo a su novedad y a su relevancia. Desde mi punto de vista, resultan imprescindibles todas aquellas acciones relacionadas con el crecimiento del tamaño de las empresas –sin duda alguna, el principal cuello de botella para la mejora de su competitividad- y las medidas vinculadas a la formación de las personas –porque, no olvidemos, el éxito de las compañías depende de manera preferente de la capacitación de su equipo directivo.

Además, no puede obviarse todo lo relacionado con la industria 4.0 –el reto más novedoso al que se enfrentan sobre todo las Pymes- y las acciones relacionadas con el contexto, puesto que esa debería ser la principal contribución del Gobierno de Navarra: la creación de un entorno competitivo y estable que permita prosperar a las empresas, entre las que se incluye el tema fiscal.

Asimismo, ningún plan gubernamental puede resultar creíble si no define los recursos económicos necesarios para llevarlo a cabo y, por desgracia, el Plan Industrial de Navarra no incluye un presupuesto asociado. Bien es cierto que al describir algunas acciones, se menciona la intención de aumentar su dotación presupuestaria, pero sin aportar cifras al respecto. Para que sea realista, debería pormenorizar, como mínimo, la inversión prevista en el desarrollo de cada una de las 18 Líneas de trabajo, así como su evolución en el tiempo.

Finalmente, permítanme un comentario en cuanto a la gobernanza del plan que, al igual que la dotación presupuestaria, podría aplicarse a cualquiera. Para que este tipo de proyectos salgan adelante, es imprescindible implicar a todo el Gobierno. En este caso concreto, con independencia de que el programa haya sido impulsado y liderado por la Dirección General de Política Económica, Empresarial y Trabajo, perteneciente a la Vicepresidencia de Desarrollo Económico de Navarra, deberían estar informados y trabajando en él todos los actores implicados. Es más, debería existir una figura coordinadora de todos ellos. Teniendo en cuenta que, según el plan, el grupo de trabajo interdepartamental constituido a tal efecto solo se reunirá una vez año, y a la vista del número de acciones a desarrollar, mucho me temo que será complicado conseguir los objetivos previstos.

Navarra se juega mucho con el desarrollo de su industria: mantenimiento y creación de empleo de calidad, estabilidad frente a la coyuntura económica… Que el Gobierno de Navarra se haya percatado de este hecho y haya preparado un plan al respecto ya es de por sí positivo. Esperemos que el desarrollo del mismo cuente con el suficiente apoyo económico y de personal para que resulte fructífero. Por el bien de todos.

Institución Futuro
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