Diario de Navarra, 1 de junio de 2018
José Manuel Ayesa, miembro de Institución Futuro

Según los datos publicados por el Barómetro de opinión del Parlamento de Navarra 2017, las mayores preocupaciones de los ciudadanos navarros son el desempleo y los problemas de índole económica. Por desgracia, llevamos demasiados años con esta inquietud, derivada de la elevadísima tasa de paro sufrida en España, desde 2007, en la época de la crisis: llegó a alcanzar el 26,3% y, en menor medida, Navarra. En la actualidad, la Comunidad Foral tiene, según la información suministrada por la Encuesta de Población Activa (EPA), un desempleo del 10,5%.

Ante esta situación, hay desempleados navarros que se están reciclando y formando, con el propósito de sintonizar con las necesidades de las empresas y del mercado. Se trata de una vía para salir del paro de larga duración, en el que destacan de manera flagrante los jóvenes. Y, como era de esperar, el aprendizaje de idiomas suscita notable interés: la industria navarra está fuertemente internacionalizada, por lo que no son pocos quienes se han lanzado a afianzar idiomas como, entre otros, el inglés, el francés o el alemán. El dominio de estos idiomas está sirviendo en muchos casos para lograr empleos fuera de nuestro país.

Al mismo tiempo, hay un idioma, el euskera, que empieza a tener mucho peso en el sector público de la Comunidad Foral. Sin embargo, conviene recordar lo evidente: el castellano es la lengua oficial de toda Navarra según el Amejoramiento del Fuero y el euskera solo tiene carácter de lengua oficial en las zonas vascoparlantes de la región, en un territorio dividido en tres zonas por la Ley Foral del Vascuence (1986): la vascófona, la mixta y la no vascófona. Soziolinguistika Klusterra, asociación sin ánimo de lucro y agente de intermediación oferta-demanda de la Red Vasca de Ciencia, Tecnología e Innovación, cifra en un 6,7% la población navarra que emplea el euskera de manera cotidiana.

El decreto foral que regula el uso de euskera en las Administraciones Publicas, aprobado por el Gobierno el 15 de noviembre de 2017, tiene la finalidad de “responder al derecho de la ciudadanía navarra a ser atendidos por la Administración en euskera, tal y como se reconoce en Ley Foral del Vascuence, y hacerlo teniendo en cuenta la gradación establecida por la zonificación y la realidad sociolingüística de Navarra”. En la práctica, el decreto provoca que, en la zona mixta, incluso las plazas carentes de perfil lingüístico obtengan hasta un 14% de mérito por el conocimiento de dicha lengua y hasta un 7% en la zona no vascófona.

De hecho, la legalidad de varios de los artículos del citado decreto fue puesta en tela de juicio por el Consejo de Navarra, al considerar que podía haber un criterio “discriminatorio” en el acceso a la función pública, al imponer en las zonas mixta y no vascófona el euskera como mérito para todas las plazas sin perfil lingüístico.

Además, la Ley Foral de Contratos Públicos, aprobada el pasado 12 de abril por el Parlamento de Navarra, obliga a las empresas que quieran trabajar con la Administración a tener un plan de euskera de formación de sus trabajadores si el contrato exige un servicio de atención al público, sin tener en cuenta la zonificación lingüística de Navarra. En la práctica, esta medida va a dificultar el acceso a contratos públicos y, sin duda, va a perjudicar sobre todo a las compañías afincadas en la zona mixta y no vascófona.

¿Qué ocurre con el euskera en el sector privado? Todo lo contrario que en el sector público: su demanda es minoritaria. El conocido tuitero navarro “El vecino de Uxue” postea mensualmente la demanda de idiomas en las ofertas de empleo publicadas en el portal Infojobs, de referencia en la búsqueda de empleo. El parte de mayo indicaba que de las 697 ofertas de Navarra, 203 requerían inglés y solo 15 nociones de euskera (7 de ellas para la Administración). Estas cifras no constituyen un hecho aislado: se producen en prácticamente las mismas proporciones mes tras mes. Cualquier empresario puede constatar este hecho: hay otros idiomas que priman por encima del vascuence.

A la vista del actual panorama lingüístico y laboral, cabe preguntarse si el conocimiento del euskera ayuda o no a los desempleados a encontrar trabajo y también en qué medida puede contribuir a mejorar el empleo de los que ya están en activo. Parece claro que, con la legislación vigente, el sector público puede atraer a los vascoparlantes demandantes de empleo o con afán de promoción profesional, pero no así el privado. El asunto, complejo y polémico, pone de relieve la dicotomía entre, por un lado, una voluntad política clara de realzar la importancia del euskera dentro del sector público, y, por otro, una mayoría de la población deseosa de mejores logros económicos, empezando por el derecho más básico: el empleo.

Institución Futuro
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