De nuevo Pedro Sánchez y sus subordinados en el Gobierno, además de María Chivite, siempre a las órdenes de “dictator”, y Arnaldo Otegui, partidario este último de aplicar a Navarra el principio de “cuanto peor, mejor” y cuyos conmilitones han torpeado siempre todo cuanto contribuya al desarrollo de nuestra Comunidad. Aceptan en el País Vasco lo que niegan a Navarra. Hay ejemplos irrefutables. El aeropuerto de Noáin, podría desaparecer si se confirma el cierre de aquellos sin vuelos regulares superiores a dos horas. El Canal de Navarra, a este paso de tortuga, nunca atravesará el Ebro. La parálisis afecta también al recrecimiento, prácticamente terminado, del embalse de Yesa. Y luego amenazaban con restringir el consumo del agua.

¿Y qué decir del AVE? La historia se repite. Nos aislaron en el siglo XIX por temor a los carlistas y ahora cuando se mira el mapa de España y resaltan los 4.000 kilómetros (55.000 euros de inversión) ya construidos o en vías de ejecución, en pleno siglo XXI estamos a punto de perder el tren. Aquí, por no haber, no hay ni proyectos imprescindibles para la licitación de unas obras ni tampoco presupuesto. El MITMA, el antiguo ministerio de Obras Públicas llamado ahora con el presuntuoso nombre de Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana), en manos de Oscar Puente, un ministro capaz, según dijeron los medios gubernamentales, de cantar las cuarenta a Alberto Núñez. Feijóo. Le llaman Oscar “Jabalí” y “Oscar Bombero Puente” (Alsina, Onda Cero). De nuestro brillante diputado Santos Cerdán, mano derecha de Pedro Sánchez, encargado por delegación de recordar a sus huestes aquello de “quien se mueva no sale en la foto”, y mentor del famoso Koldo, esperamos saque algo de su valioso tiempo como número tres del PSOE para ocuparse, junto a Puente, de los intereses de Navarra. Bien presumen los socialistas vascos de ser impulsores de la Y vasca (por ahora los trenes de cercanías má veloces de Europa), Entre nosotros se ha impuesto el proyecto Bildu. Nos basta con unos pocos trenes de cercanías, regionales los llaman, para comunicar el “corredor” Tafalla-Sangüesa-Estella, y cosas así para evitar la centralidad de Pamplona.

Lo anterior, escrito con humor negro, es un preámbulo para felicitar a la Institución Futuro y a los Colegios Profesionales de Ingenieros de Caminos, Industriales y Agrónomos de Navarra por la publicación el pasado 9 de abril de un informe donde analizan la última boutade de Puente al anunciar que el Tren de Alta Velocidad de Navarra es un proyecto no prioritario y sin presupuesto alguno, a pesar de ser una arteria fundamental y hasta la Unión Europea así lo considera, para la conexión integral Cantábrico-Mediterráneo (Cantabria, País vasco, la Rioja, Navarra, Aragón, Cataluña, Valencia y Murcia). Si se toman con urgencia las medidas adecuadas el AVE podría ser una realidad para Navarra en 2030, aunque hasta 2035 no se culmine el enlace Tudela-Castejón y la nueva Estación de Pamplona. Para ello se precisa aprobar los estudios informativos del tramo Zaragoza-Comarca de Pamplona, publicar el estudio informativo del MITMA y contratar los proyectos de construcción del tramo Campanas-Nueva Estación de Pamplona, para sustituir la tercermundista estación del Norte por ser imprescindible para las nuevas estructuras ferroviarias. Todo lo anterior se terminaría en 2035, sin perjuicio de la puesta en marcha de tramos parciales. Reclaman por ello la inclusión en los presupuestos del Estado de una partida de 3.200 millones de euros, a razón de 350 millones de euros/año.

Pero dada la inestabilidad reinante en el Gobierno de Sánchez, obligado a satisfacer a sus contradictorios socios, que podría obligarle a prorrogar los presupuestos del año 2022, sugiero negociar una fórmula de garantía para Navarra y por ende cpara todas las Comunidades afectadas por el Corredor Navarra. El Convenio Económico con el Estado en su disposición adicional quinta dice así; “El Estado y la Comunidad Foral podrán acordar la financiación conjunta de inversiones a realizar en Navarra o en otros territorios, cuando la naturaleza de las características de las mismas aconseje este tipo de financiación”. El mecanismo más sencillo a utilizar sería reducir de la aportación de Navarra a las cargas generales de la nación, la cantidad de unos 350 millones de euros. Hay razones de justicia distributiva irrefutable. El Estado ha gastado hasta ahora 55.000 millones de euros. Si hubiera invertido cada año desde el inicio del proyecto el 6 por ciento de dicha cantidad, el AVE sería una realidad en ciernes. Se trata de aplicar el mismo sistema utilizado en el País Vasco. El Gobierno Vasco ejecuta las obras a través de una de sus empresas públicas y el Estado paga la factura mediante la reducción del cupo. Nada nuevo bajo el sol. Adelante Chivite.

JAIME IGNACIO DEL BURGO

 

 

 

Institución Futuro
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