Llevamos una serie de gobiernos forales que han priorizado recaudar más para repartir riqueza, lo que ha provocado que Navarra pierda competitividad
Hace unos días me enteré por boca de Iñigo Arruti, Director General de fomento empresarial, de que de forma ininterrumpida, hay contactos entre grandes empresas y Departamento de Industria con el fin de analizar las opciones que tienen de instalarse aquí o en alguna otra provincia española. Yo defiendo la competencia interprovincial, esta hace que haya que espabilarse para ser la elegida, y eso es bueno, porque lo contrario implica generalizar la incompetencia, y por tanto, la relajación y la decadencia. Y lo digo porque hay un peligroso movimiento europeo por la igualdad impositiva, por la parte de arriba, claro.

En Azagra decimos “más caga un buey que cien golondrinas” perdón por la expresión, pero si conseguimos una gran empresa nos toca el premio gordo. Además del empleo directo generará otros de las empresas proveedoras que trabajen para ella. Recordemos de dónde viene la prosperidad de los navarros; Navarra perdió 102.000 habitantes que emigraron entre 1900 y 1964. En 1964, un 45% de la población se dedicaba a la agricultura. Nuestros antepasados vieron cómo nos quedábamos fuera del 1º Plan de Desarrollo Estatal impulsado por López Rodó. Un pequeño grupo de hombres liderados por Huarte y Urmeneta reaccionaron casi copiando ese plan (cosa que estaba expresamente prohibida). Y digo casi porque no se atrevieron a dar tantas ayudas fiscales, pero sí que se espabilaron para competir diferenciándose en la rapidez de la resolución, y en salir a buscar empresarios (Si la montaña no va a Mahoma…). El resultado fue que se crearon en poco más de una década 20.000 empleos, más de 300 empresas y una serie de polígonos industriales por toda la geografía navarra.

Vinieron empresas como Laminaciones de Lesaca, Piher en Tudela, Luzuriaga en Tafalla o Salvat en Estella. Según algunos protagonistas como Joaquín Gortari, las claves del éxito fueron la capacidad de gobierno, la prudencia, la autonomía fiscal que nos daban los Fueros, y los abundantes terrenos comunales donde instalar polígonos industriales. Y ahora ¿por qué estamos empobreciéndonos comparativamente con otras regiones españolas y europeas? Por la pérdida de competitividad navarra (véanse los informes de Institución Futuro). Llevamos una serie de gobiernos navarros que han priorizado recaudar más para repartir la riqueza. Pero cuidado, la riqueza no es innata, más bien es al revés, lo normal es la pobreza. Lo que es seguro es que si la empresa interesada en instalarse pasa de largo van a recaudar cero.

Algunos dirán que estamos muy bien, y efectivamente somos una sociedad que tiene asegurado lo más básico, pero claro, el problema está cuando nos comparamos. El dato preocupante es que hoy tenemos más de 30.000 navarros trabajando fuera, de esos, más de 13.000 quieren volver y solo lo han conseguido 18 en 2023 (según el Gobierno de Navarra). Así las cosas, ¿tan dificilísimo es tratar de copiar lo que funcionó antaño? Entiendo que los tiempos cambian y bla bla bla, pero digo yo que algo se debería hacer con los Fueros.

A José María Aracama le he oído decir que cuando él era consejero del gobierno de Navarra analizaban todas las normas pro-empresa que sacaban en cualquier región española para copiarlas. Esto mandaba un mensaje muy potente a los empresarios y es que no tienen que buscar fuera porque aquí hay un gobierno que quiere competir con las mejores regiones. Y es que ser ajeno a la importancia de la competitividad internacional es mortal a largo plazo.

Ahora vemos cómo nuestros jóvenes también se van (no solo pasa en Navarra) muchos se van de España en busca de mejores oportunidades. Otro dato, el 60% de los que se marchan tienen estudios universitarios (según informe BBVA), y eso pasa en una situación en la que no estamos en crisis económica que sirva de excusa para marcharse. Atraer empresas potentes es el imán para que vuelvan los que se fueron y que vengan más, que, por cierto, necesitamos para evitar la pérdida de población. La gente y las empresas votan con los pies, es decir, se van a regiones donde les tratan mejor. Ahora sufrimos de decadencia relativa; si evolucionamos y pasamos de ser un gato a ser un lince estaremos mejor, pero si los demás han crecido hasta convertirse en tigres tenemos un problema.

Carlos Medrano Sola. Economista en www.eximiaconsultores.com

 

 

 

Institución Futuro
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