Diario de Navarra, 29 de enero de 2018
José Manuel Ayesa, miembro de Institución Futuro

El proyecto de amabilización del Casco Antiguo y del Ensanche de Pamplona, puesto en marcha en septiembre de 2017 por el Ayuntamiento, lleva desde entonces dando que hablar. No solo porque ha limitado el acceso de vehículos a varias zonas del centro de la capital, sino sobre todo por las negativas consecuencias que dichas restricciones están teniendo en los comercios locales de la zona y las molestias que ha supuesto para muchos de sus vecinos.

El estudio difundido por las asociaciones de comerciantes del Casco antiguo y del Ensanche –elaborado por la Cámara Navarra- ofrece datos francamente preocupantes y de los que nadie debería dudar. La merma de facturación, cifrada en más de 10 millones de euros respecto al periodo anterior, equivale a pérdidas de 100.000 euros al día en el total de comercios, o la desaparición de más de 110 puestos de trabajo. La ecuación parece clara: a menos transeúntes, menos ventas.

Según los datos del Instituto de Estadística de Navarra, las pérdidas de clientes del pequeño comercio se han “trasvasado” a los centros comerciales, que frente a las cortapisas de tráfico en el centro de la ciudad, ofrecen facilidades de acceso y parkings. No puede negarse que, en muchos consumidores, prima la facilidad, la comodidad y la rapidez. Si estas condiciones no se dan en el centro de Pamplona, buscan otros lugares que sí las reúnen.

Ese ámbito comercial de confort e inmediatez, además de las grandes superficies y las grandes cadenas de distribución, es internet. Según datos de CNMCData, el comercio electrónico en Navarra mueve 400 millones de euros al año. Además, casi cinco de cada diez navarros manifiesta haber comprado online en los últimos tres meses, según el Instituto de Estadística de Navarra. La competencia, bien lo saben los pequeños comercios, ya no se encuentra en la tienda de al lado, sino en todo el mundo.

Las empresas de servicios tales como asesorías, despachos de abogados, etc., con mayor dificultad para ofrecer servicios online, también se están resintiendo de los cambios en el tráfico. Tanto es así que varias están buscando nuevos emplazamientos para sus negocios, ante la imposibilidad de que los potenciales clientes puedan llegar en coche a sus despachos.

Otros comercios y otros vecinos que temen las negativas consecuencias de la reforma viaria del plan de Ayuntamiento son los de la avenida Pío XII. Dicho plan, aún por ejecutar, implica la eliminación de todas plazas de aparcamiento y también la supresión de un carril de circulación en cada sentido. Teniendo en cuenta que Pío XII es una de las principales entradas a la ciudad, por la que circulan a diario casi 29.000 vehículos, y que en dicha arteria se asientan numerosos comercios, no es de extrañar que se haya constituido una plataforma vecinal muy activa a la hora de denunciar el escaso o casi nulo proceso participativo del Ayuntamiento con los vecinos y comercios respecto a los futuros cambios.

Una mayoría de ciudadanos, cómo no, está a favor de mejorar las condiciones del centro de Pamplona. Quienes amamos la ciudad queremos disfrutarla, bien sea a pie, en bici, en automóvil o en transporte público. Quizás el cumplimiento de ese objetivo requiera limitar el tráfico o el aparcamiento en determinadas zonas. Pero, eso sí, no tal y como lo ha hecho el Ayuntamiento de Pamplona y han denunciado las citadas asociaciones de comerciantes. No es admisible que la denominada política de amabilización suponga un grave perjuicio para los residentes y comerciantes de las áreas urbanas afectadas. Amabilizar sí, pero para todos.

Institución Futuro
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